Cuba ha sido elegida como miembro del Comité General de la Asamblea Mundial de la Salud, un órgano rector de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este anuncio ha sido recibido con júbilo por el régimen cubano, que lo presenta como un reconocimiento a su supuesto compromiso con la “salud universal” y la “cooperación solidaria”.
Sin embargo, esta elección ha generado profunda indignación entre los ciudadanos de la Isla, que viven diariamente las consecuencias del colapso del sistema sanitario nacional.
Mientras el gobierno celebra en los foros internacionales, en los hospitales cubanos escasean insumos básicos como jeringuillas, guantes, gasas, analgésicos y hasta agua corriente. En el Hospital "Calixto García" de La Habana, pacientes denuncian tener que llevar todo desde casa: desde una pastilla de dipirona hasta el algodón para una simple curación. En provincias como Holguín y Granma, familiares de enfermos aseguran que deben comprar en el mercado negro antibióticos y anestésicos que el sistema estatal ya no garantiza.
Entre otras fuentes consultadas resalta un artículo de El País que relata las dificultades enfrentadas por pacientes con insuficiencia renal en Cuba debido a la escasez de insumos médicos y personal especializado, destacando casos como el de Ayamey Valdés, una joven que requiere hemodiálisis constante y debe llevar sus propios suministros al hospital.
En medio de esta precariedad, el Ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, declaró con tono triunfalista que “reafirmamos el compromiso histórico con la salud universal”. Estas palabras suenan vacías para quienes hacen largas colas para conseguir una cita médica o, peor aún, deben pagar favores para ser atendidos con prioridad en un hospital que apenas cuenta con camas limpias o equipos funcionales.
La ironía más dolorosa es que mientras Cuba exporta médicos a otros países, dentro del país escasean especialistas que atiendan con condiciones mínimas. Los consultorios están deteriorados, muchos centros hospitalarios carecen de climatización y el personal de salud trabaja en condiciones laborales pésimas, con sueldos que no cubren lo básico.
La elección de Cuba para un puesto en la OMS parece más un premio político que un reconocimiento a una gestión real de salud.
El lema de la Asamblea Mundial de la Salud este año es “Un mundo unido por la salud”, pero en Cuba, lo que hay es un pueblo unido por la desesperación, la escasez y el abandono.
La realidad es que el sistema de salud cubano, antes símbolo de orgullo nacional, se ha convertido en un retrato del deterioro social bajo una dictadura que insiste en maquillar la miseria con discursos grandilocuentes.