A pesar del paso del tiempo y de los discursos oficiales sobre avances sociales, más de 10,600 familias en la provincia de Las Tunas aún viven en viviendas con pisos de tierra, una realidad que evidencia los profundos rezagos estructurales que afectan a miles de cubanos.
El problema no distingue entre zonas urbanas y rurales. Barrios como La Tronconera, en el reparto Sosa Oeste, muestran la crudeza de esta situación. Allí vive una madre embarazada de su sexto hijo, en una casa de paredes agrietadas, techo roto y suelo de tierra, donde cada día se respira el polvo y la incertidumbre.
Según datos ofrecidos por Iván Cheris Díaz, funcionario del Gobierno Provincial, los municipios más afectados son "Jesús Menéndez", con 2,181 viviendas en estas condiciones, y el propio municipio cabecera, que supera las 4,700. El fenómeno, que muchos consideran cosa del pasado, persiste y afecta directamente la salud, la higiene y la calidad de vida de miles de tuneros.
El plan para erradicar los pisos de tierra forma parte del Programa de la Vivienda, que contempla la construcción por esfuerzo propio, las células básicas estatales y la rehabilitación de casas existentes. Sin embargo, la falta de cemento ha paralizado casi por completo los avances. De las más de 3,700 viviendas proyectadas para mejorar en 2023, apenas 69 lograron completarse.
Las alternativas que se han propuesto, como el uso de losas de barro, escoria de fundición, mármol y losas antiácidas, no han estado exentas de polémica. Aunque técnicas ingeniosas, muchas de estas soluciones son rústicas y costosas. Un ejemplo es Maidelín Pérez, vecina del reparto Las Margaritas, quien pagó 53,000 pesos por un piso nuevo que califica como funcional pero “feo” y excesivamente caro. Solo ha podido abonar 3,000 pesos con su salario.
El problema no es solo técnico, sino también económico. “El dueño del domicilio es quien paga, y estamos hablando de personas sin recursos”, señala Carlos Cutiño Cruz, especialista de la Dirección Provincial de la Vivienda. Muchos beneficiarios simplemente no pueden costear las soluciones propuestas.
La falta de cemento, el alto costo de los materiales alternativos y la ausencia de financiamiento real para familias vulnerables convierten la erradicación de pisos de tierra en un objetivo distante. La realidad es que miles de tuneros continúan criando hijos y enfrentando enfermedades en condiciones que resultan indignas para los tiempos actuales.
Aunque desde el Gobierno se ha insistido en utilizar las producciones locales y alternativas como el mármol de Granma o la escoria de Acinox, mientras no se garanticen materiales accesibles y subsidios efectivos, el suelo de tierra seguirá siendo parte del hogar de miles de familias en Las Tunas.
Fuente: Periódico 26
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