La historia de las prendas de El Tiger, popular reguetonero cubano, tiene todos los ingredientes de una anécdota digna de contar: lujo, confianza y un negocio cerrado casi sobre la marcha.
El Tiger era un cliente habitual en un negocio de joyas, donde su reputación era la de alguien que cumplía siempre.
“Pagaba, a veces se quedaba un poco atrás, pero siempre pagaba”, recuerdan quienes trataban con él, como Micky y Marcel, testigos de varias transacciones.
En su última visita, el cantante llegó con un objetivo muy claro: quería cadenas para grabar un video junto a Popy.
Buscaba dos piezas, pero una en particular llamó la atención.
Se trataba de una cadena cubana de 700 gramos, valorada en unos 25 000 dólares, una joya que en el mercado se cotizaba casi al mismo precio que el dólar oficial en ese momento.
Sin embargo, el primo del joyero le advirtió que esas cadenas “no eran las más bonitas ni las de mejor calidad, y menos para un video”.
Pese a la observación, el negocio se cerró de inmediato con una rebaja considerable, priorizando que el cantante pudiera llevarse la prenda y pagar en efectivo al instante.
El acuerdo fue rápido: El Tiger se llevó la cadena para usarla en el video.
El trato estaba basado en la confianza construida durante años, sin que existieran dudas sobre su pago o su devolución.
Con el tiempo, surgieron rumores sobre el paradero de esa pieza. Algunos afirman que el reguetonero la conservó y que efectivamente apareció con ella en la grabación junto a Popy.
Otros dicen que, tras el rodaje, la joya regresó al dueño o fue revendida a otro cliente.
Lo cierto es que, lejos de ser un conflicto, el episodio terminó como una de esas historias que circulan entre quienes hacen negocios con artistas: una transacción de alto valor, cerrada casi de palabra, que dejó en el aire un enigma sobre el destino final de una de las cadenas más caras que pasaron por el mostrador.
El Tiger, cuyo nombre real es José Manuel Carvajal Zaldívar, era conocido por su estilo ostentoso y sus letras provocadoras.
Y en esta ocasión, su afición por las joyas dejó un capítulo más para la memoria de quienes lo conocen: el día en que una cadena cubana de 25 000 dólares salió del negocio para brillar frente a las cámaras, sin que hasta hoy se sepa con certeza dónde está.
Más allá de cualquier rumor sobre sus joyas, El Tiger sigue siendo para muchos un ejemplo de superación y carisma.
Admirado por su talento musical y su capacidad para conectar con el público, fue también reconocido como un hombre de familia: buen padre, hijo y amigo.
Quienes lo conocieron de cerca aseguran que su éxito no le robó la humildad, y que detrás del artista había una persona generosa y leal, cualidades que le hicieron ganar el cariño y el respeto de quienes lo rodeaban, dentro y fuera de los escenarios.
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