Sandro Castro, nieto del dictador cubano Fidel Castro y figura polémica en redes sociales por su estilo de vida opulento y provocador, sorprendió a sus seguidores con el cierre dramatizado del episodio titulado “Capítulo Final_El secuestro del Vampirach_ Presenta La Santa Cristach”.
En esta breve pero intensa obra, el personaje central —conocido por su alter ego irreverente “Vampirach”— revela una escena cargada de tensión, humor e ironía: gritos de reclamos, la llegada ficticia de refuerzos, súplicas de piedad y la exigencia de “mínimo diez frías por día”, “no parar de perrear con el tema de la Cristash” y “tortillas de todo tipo, buenas”.
El final se corona con un rito teatral: “En el nombre, conmigo, del Hijo y de la Santa Cristash”, pronunciando juntos las “palabras mágicas” para cerrar el pacto.
El personaje de Sandro combina vampiros, cerveza Cristal (rebautizada como “Cristach”) y un absurdo dramático que roza lo surrealista, en un contexto irónico que mezcla lo cotidiano con lo grotesco una firma distintiva en su estilo digital lleno de ironías y sarcasmos y por tanto no se define si esta a favor o en contra de un gobierno que le provee comodidades y lujos, aunque en reciente entrevista dijo que es revolucionario y que esta orgullosos de ser nieto de su dictador abuelo, ¿será parte de una estrategia?, no lo sabemos.
Más allá de la ficción, esta pieza es una manifestación más del desahogo creativo de Sandro Castro en redes sociales, donde se mueve cómodamente entre lo irreverente y lo provocador.
Como vampiro monje que alaba el alcohol y Santos improvisados, desafía los códigos tradicionales de la teatralidad y el discurso público.
Sandro, con más de 115 000 seguidores en Instagram, ha construido una identidad pública ambigua: mientras algunos lo consideran un “influencer postrevolucionario”, otros lo ven como la caricatura viva de la élite castrista.
Sus videos, sketches y personajes como el de “Vampirach” revelan tanto su afinidad con lo performático como su gusto por lo excéntrico.
El “Capítulo Final” no solo cierra una obra, sino que reafirma la particular habilidad de Sandro para entretener y polarizar al mismo tiempo, abrazando lo surreal con irreverencia, audacia y cervezas.
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