La llegada del mosquito invasor Aedes Vittatus a la región —confirmada por investigadores de la Universidad Autónoma de Yucatán en México— pone en evidencia un grave problema de salud pública tanto para México como para el Caribe.
Este insecto, originario de África y Asia, tiene la capacidad de transmitir enfermedades como el dengue, el zika y la chikungunya.
En ese contexto, un post reciente que advierte de su supuesta llegada a Cuba cobra doble relevancia: por un lado, la amenaza real de expansión del vector; por otro, la flagrante fragilidad de las condiciones de saneamiento y prevención en la Isla.
Es completamente lógico que los usuarios cubanos reaccionen con escepticismo y preocupación cuando se habla de medidas como «vaciar cubetas, floreros, macetas», «usar mosquiteros» o «tener repelente siquiera» —cuando día tras día se enfrentan a apagones, acumulación de agua, basureros al aire libre, fosas o salideros sin control.
Hay un abismo entre el discurso de prevención y la realidad de vivir en un entorno donde el criadero ideal para mosquitos está en cada rincón. Lo que agrava la situación es que el nuevo mosquito invasor, según los investigadores, “se adapta con facilidad a climas tropicales” y puede reproducirse en recipientes tan pequeños como una tapita de refresco.
Bajo este panorama, las recomendaciones “normales” de control de vectores quedan en gran parte sin efecto si el entorno es sistémicamente deficiente.
Por eso, más que sólo compartir la noticia, es urgente que en Cuba se exija un enfoque real de salud pública: que se garantice el acceso a repelentes, mosquiteros y saneamiento básico; sea realizada una limpieza real de las calles, reparación de salideros y alcantarillas rotas.
Que la fumigación y el control vectorial no sean ocasionales, sino sistemáticos, con recursos y personal adecuados.
Que la población reciba información veraz y con apoyo logístico, no sólo mensajes alarmistas sin respaldo real.
La llegada de un mosquito invasor no solo es una cuestión de especie diferente sino de magnificar vulnerabilidades ya existentes. Si en Cuba los criaderos están por todas partes y los servicios básicos fallan, la introducción de un vector nuevo sólo puede traducirse en más riesgo, más enfermedades, más muertos.
Está claro: la prevención es la única barrera, pero esa barrera hoy está rota. Este es un llamado a que no sólo se informe, sino que se actúe. Porque si no se actúa ahora, cuando la amenaza esté dentro de casa, será demasiado tarde.
Del perfil de Díaz Canel Sin Gao
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