La activista cubana Rosa María Payá asumió oficialmente su cargo como comisionada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para el período 2026-2029, en un momento crítico para la región.
Su nombramiento no solo representa un hecho histórico —es la primera cubana en integrar este órgano autónomo— sino que también implica un compromiso firme con la defensa de la democracia y los derechos humanos, especialmente frente al régimen autoritario que domina en Cuba.
En una carta pública, Payá afirmó sentirse “profundamente honrada por la confianza que los Estados de las Américas han depositado en mí para defender los derechos humanos de todas las personas en nuestra región”.
Su mensaje no dejó dudas sobre su posición crítica hacia el gobierno cubano: “Nací bajo la dictadura más larga y sangrienta que ha conocido este continente. Esa tiranía ha provocado el colapso de la democracia en Nicaragua y Venezuela, y ha desencadenado la mayor crisis migratoria de nuestra historia.”
En uno de los pasajes más contundentes, comparó al sistema autoritario cubano con un “pulpo cuyos tentáculos se extienden por América Latina” y enfatizó que “nos corresponde a nosotros —las mujeres y hombres de las Américas— poner fin a ese pulpo autoritario, a su cabeza y a todos sus tentáculos, que tanto dolor han causado a nuestras naciones”.
El compromiso de Rosa María Payá se apoya en años de activismo en defensa de la democracia y los derechos humanos, heredando el legado de su padre, Oswaldo Payá, líder opositor fallecido en circunstancias cuestionadas. Desde la plataforma Cuba Decide y la Fundación para la Democracia Panamericana, ha denunciado la represión política y promovido elecciones libres en la Isla.
Su llegada a la CIDH representa una oportunidad para fortalecer la voz de la disidencia cubana en foros internacionales y para exigir justicia y protección para las víctimas de persecución política en Cuba y en toda la región.
En un contexto regional marcado por el debilitamiento de la democracia, la represión y la crisis migratoria, Payá buscará fortalecer los mecanismos interamericanos de derechos humanos y dar visibilidad a las violaciones cometidas por regímenes autoritarios.
Su nombramiento fue respaldado por Estados Unidos y otros países que ven en su figura un referente clave para impulsar la defensa de los derechos civiles y políticos en América Latina.
Desde la CIDH, Rosa María Payá no solo denunciará abusos, sino que podrá incidir en procesos internacionales, aportar medidas cautelares y consolidar una agenda regional para enfrentar la crisis democrática.
Rosa María Payá se perfila como un liderazgo estratégico en la lucha por la libertad en Cuba y en la región, llevando al sistema interamericano una voz con autoridad, legitimidad histórica y compromiso firme con la democracia y los derechos humanos.
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