La creciente ola de violencia en Cuba sumó una nueva víctima este fin de semana: Roger Vargas, un joven de apenas 20 años, fue asesinado a puñaladas durante un asalto en Contramaestre, Santiago de Cuba. El trágico suceso ocurrió cuando regresaba de una fiesta nocturna y fue interceptado por delincuentes que lo apuñalaron para robarle su teléfono móvil.
Según información compartida en la página de Facebook La Tijera, Roger no resistió las heridas y falleció poco después del ataque. Su muerte ha conmocionado a la comunidad, que reclama justicia ante la creciente inseguridad que se vive en las calles cubanas.
Este caso no es un hecho aislado. Cada día, ciudadanos cubanos enfrentan el temor constante de ser víctimas de robos violentos, asaltos y homicidios. El fenómeno afecta a todo el país, pero se ha vuelto particularmente alarmante en provincias como La Habana, Santiago de Cuba, Holguín y Matanzas, donde la falta de presencia policial efectiva y el deterioro de las condiciones sociales han favorecido un clima de impunidad.
Vecinos y allegados de la víctima expresaron su dolor y su indignación en redes sociales. "Roger era un muchacho trabajador, alegre, con muchos sueños. No merecía este final", escribió un amigo cercano en los comentarios del post de La Tijera. También se han compartido imágenes del joven como tributo, acompañadas de mensajes que piden justicia y claman por mayor protección para la juventud cubana.
Los índices de criminalidad en Cuba se han disparado en los últimos años, alimentados por la crisis económica, la escasez de alimentos, la falta de oportunidades y el deterioro del tejido social. A pesar del discurso oficial que insiste en presentar a Cuba como un país seguro, los hechos narrados por medios independientes y en redes sociales pintan una realidad muy distinta.
Cada vez son más frecuentes las denuncias de asesinatos, femicidios, robos armados y enfrentamientos violentos en barrios que antes eran considerados tranquilos. La sensación de inseguridad se ha vuelto cotidiana, mientras que las autoridades no logran articular una respuesta efectiva ante el aumento delictivo.
El asesinato de Roger Vargas se suma a una larga lista de crímenes que han quedado impunes o que apenas reciben cobertura en la prensa oficial. Mientras tanto, los ciudadanos siguen reclamando un derecho básico: poder caminar por las calles sin temor a perder la vida por un teléfono, una bicicleta o cualquier objeto de valor.
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