El sector turístico cubano continúa en caída libre. Entre enero y mayo de 2025, la isla recibió apenas 862,343 visitantes internacionales, lo que representa una disminución del 27 % en comparación con el mismo periodo del año anterior, según cifras recientes publicadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
Canadá, tradicionalmente el principal país emisor de turistas a Cuba, también refleja el retroceso. En los primeros cinco meses del año, 387,404 canadienses llegaron al país, una cifra que supone una caída del 28,5 % con respecto a 2024. Pero el desplome más llamativo lo protagonizó Rusia, cuyo flujo de visitantes, tras un importante repunte en años anteriores, se contrajo ahora en un 45,5 %, quedando en apenas 56,089 llegadas.
Con este escenario, cada vez parece más lejana la ambiciosa meta oficial de alcanzar los 2,6 millones de turistas en 2025. De mantenerse esta tendencia, el país ni siquiera igualaría los registros de 2024, cuando se contabilizaron 2,2 millones de visitantes, o los 2,4 millones de 2023.
El retroceso no se limita a unos pocos países. Todos los mercados emisores clave —incluyendo Estados Unidos, Alemania, Francia, México, Argentina, España e Italia— han mostrado descensos en comparación interanual.
La industria turística, una de las principales fuentes de ingresos en divisas para la isla, se encuentra golpeada por múltiples factores. A la grave crisis económica y energética interna se suman el deterioro de infraestructuras, la reducción de conexiones aéreas y el efecto persistente de las sanciones impuestas por Estados Unidos. Todo esto en un contexto en el que los servicios profesionales y las remesas —dos pilares financieros del país— también enfrentan tensiones.
Las cifras actuales están muy lejos de los récords alcanzados en 2018 y 2019, cuando el país recibió 4,6 y 4,2 millones de turistas, respectivamente. Aquellos números coincidieron con una breve etapa de apertura diplomática con Washington y el auge del turismo estadounidense. Hoy, sin embargo, Cuba parece haber perdido ese impulso.
El contraste es evidente si se comparan los datos cubanos con otros destinos caribeños. Mientras la isla lucha por atraer visitantes, lugares como Punta Cana (República Dominicana) y Cancún (México) han logrado superar sus niveles prepandemia, alcanzando cifras históricas de llegada de turistas.
Este desplome turístico tiene serias implicaciones económicas para el Gobierno cubano, que depende de este sector para obtener liquidez en medio de una crisis estructural sin soluciones a corto plazo. La caída en la llegada de visitantes no solo reduce los ingresos por turismo, sino que también impacta negativamente en el empleo, la inversión extranjera y el consumo interno.
A falta de reformas profundas, mejora en servicios o una estrategia realista para reinsertarse en los circuitos turísticos internacionales, Cuba enfrenta un futuro cada vez más incierto como destino vacacional.
(Con información de EFE)