La crisis energética en Cuba continúa profundizándose, y este domingo más de la mitad del país volverá a quedarse sin electricidad durante las horas de mayor demanda. La estatal Unión Eléctrica (UNE) alertó que los apagones se extenderán en la tarde y la noche debido al persistente déficit entre la generación y el consumo eléctrico.
El sábado, la isla alcanzó un pico crítico de afectación, con 1.977 megavatios de déficit, lo que dejó sin luz al 55% del territorio nacional. Para este domingo, se estima una capacidad de generación de apenas 1.917 megavatios frente a una demanda de 3.600, lo que representa un desfase de 1.683 megavatios. En consecuencia, se ejecutarán apagones programados, aunque en la práctica las cifras reales suelen superar las proyecciones oficiales.
Siete unidades termoeléctricas permanecen fuera de servicio por averías o mantenimiento, y más de un centenar de motores de generación distribuida están paralizados por la falta de combustible, especialmente diésel y fueloil. La UNE intenta reincorporar al sistema algunas unidades, pero advierte que las condiciones técnicas siguen siendo críticas.
En zonas como La Habana, los cortes eléctricos se reparten en franjas de entre cuatro y seis horas diarias, incluso durante la madrugada. En otras regiones del país, hay reportes de interrupciones de hasta 20 horas al día. La situación se ha vuelto insoportable para miles de cubanos, que ven afectadas todas las esferas de su vida cotidiana.
El colapso eléctrico ha impactado gravemente sectores clave como la salud, la educación, el transporte y la producción de alimentos. Sin refrigeración estable ni acceso a agua potable en muchos barrios, la vida diaria se vuelve cada vez más precaria. A esto se suma el malestar social acumulado, con protestas que han estallado en distintos puntos del país, como las ocurridas recientemente en Pinar del Río.
Aunque las autoridades atribuyen el problema al deterioro del sistema energético y al embargo estadounidense, expertos independientes apuntan a la falta de inversión y mantenimiento como causas estructurales. Desde hace décadas, el sistema eléctrico cubano es controlado en su totalidad por el Estado y no ha experimentado modernizaciones significativas. Se calcula que la modernización completa de la infraestructura requeriría entre 8.000 y 10.000 millones de dólares, una suma inalcanzable bajo las condiciones actuales del régimen.
El impacto económico también es notable. La economía cubana, afectada por la inflación, la falta de divisas y la caída del turismo, cerró 2023 con una contracción del 1,9%. El Producto Interno Bruto permanece por debajo de los niveles prepandemia y el Gobierno solo espera un modesto crecimiento del 1% para 2025.
Mientras tanto, los apagones se han convertido en el símbolo más tangible del colapso de un modelo incapaz de garantizar servicios básicos. Sin soluciones inmediatas ni reformas estructurales en el horizonte, la población sigue enfrentando días oscuros, en el sentido más literal y doloroso de la palabra.
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