La situación del preso político cubano Duannis Dabel León Taboada ha alcanzado un nivel alarmante en las últimas horas. Según reportes difundidos en redes sociales y medios independientes como Periódico Cubano, Duannis fue trasladado de urgencia a un hospital debido al grave deterioro de su salud, tras más de una semana en huelga de hambre y de sed.
La protesta extrema de este joven opositor pone en evidencia el nivel de desesperación que sufren los presos políticos en Cuba, así como la indiferencia sistemática del régimen ante estas crisis humanitarias.
Duannis Dabel no solo enfrenta las duras condiciones carcelarias por su postura crítica hacia el sistema, sino que ahora también es testigo del acoso y la persecución que se extiende hacia su familia. Su madre, lejos de recibir apoyo o información transparente, ha sido amenazada con ser encarcelada por intentar denunciar la situación de su hijo.
“El régimen no se conforma con castigar a los opositores; también apunta a sus madres, a sus esposas, a sus hijos”, denunció un activista en redes sociales. Este patrón de intimidación familiar ha sido documentado por organizaciones como Prisoners Defenders y Cubalex, que reiteradamente alertan sobre las represalias extendidas a los entornos cercanos de los disidentes.
“No es un caso aislado. Lo mismo ocurrió con la madre del joven manifestante Abel Lescay, quien fue hostigada por defenderlo públicamente; o con la familia de José Daniel Ferrer, expuesta constantemente a vigilancia y amenazas.”
La represión no termina con la prisión del activista: se convierte en un cerco sobre todos los que lo rodean. En el caso de Duannis Dabel, la huelga de hambre es un grito de auxilio ante el aislamiento, la incomunicación y los tratos degradantes que ha denunciado desde su detención.
En plataformas como X (antes Twitter), Facebook y Telegram, usuarios han comenzado a usar etiquetas como #LibertadParaDuannis y #NoMásRepresión, exigiendo que se garantice su integridad física y que cesen las amenazas contra su madre. El silencio oficial, sin embargo, persiste.
“En Cuba, un preso político se muere lentamente en huelga de hambre, y su madre, por exigir justicia, podría terminar tras las rejas. Este es el verdadero rostro de la impunidad.”
Lo que debería ser un asunto de derechos humanos, es tratado como un delito por parte de un sistema que ve la disidencia como traición.
La comunidad internacional, las organizaciones de derechos humanos y los medios independientes tienen la responsabilidad de visibilizar este tipo de casos. No se trata solo de Duannis, sino de cientos de presos políticos que, al igual que él, están dispuestos a poner su vida en riesgo para denunciar una dictadura que no tolera ni el pensamiento crítico ni el amor maternal convertido en defensa.
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