La tensión en la ciudad de Los Ángeles la ha convertido en una olla a presión. Las calles, desde el centro hasta los suburbios, están llenas de manifestantes que denuncian las recientes redadas migratorias ordenadas por el gobierno federal.
En este escenario cada vez más crispado, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, sumó más combustible al conflicto al exigir públicamente que se arreste a cualquier persona que oculte su rostro durante las movilizaciones. “¡Arresten a las personas con mascarillas, ahora!”, escribió en su red Truth Social, provocando una oleada de reacciones.
El despliegue de la Guardia Nacional, activado bajo la orden directa de Trump, refuerza la sensación de una ciudad bajo sitio. Los efectivos patrullan las avenidas con vehículos blindados, mientras helicópteros sobrevuelan las principales zonas de protesta. La orden presidencial de prohibir las mascarillas es interpretada como un intento de intimidar y desarticular las manifestaciones, que en su mayoría son pacíficas pero determinadas.
El contexto de estas movilizaciones es complejo. Desde hace semanas, organizaciones de derechos humanos y colectivos comunitarios han denunciado una nueva ola de redadas contra inmigrantes, especialmente en barrios latinos y asiáticos de la ciudad. Las imágenes de detenciones masivas y familias separadas generan indignación a niveles nacional e internacional.
Trump, sin embargo, sostiene que “las recientes protestas en Los Ángeles están impulsadas por sectores de la izquierda radical”, y que entre los manifestantes habría “provocadores y alborotadores pagados”. Sus declaraciones y la orden de arresto contra quienes usen mascarillas —consideradas por muchos como una protección sanitaria o un símbolo de resistencia— han sido duramente criticadas por defensores de los derechos civiles.
"Estamos viendo un ataque frontal contra el derecho a la protesta pacífica", advirtió un portavoz de la Unión Americana de Libertades Civiles . Para los organizadores de las marchas, las mascarillas son esenciales tanto para protegerse del gas lacrimógeno como para preservar el anonimato en un contexto de creciente represión.
Mientras tanto, Los Ángeles sigue en vilo. El temor a una escalada mayor es palpable y la respuesta del gobierno parece empeñada en sofocar el descontento con mano dura. El futuro inmediato de la ciudad dependerá de si prevalecen las demandas democráticas o la lógica del enfrentamiento.
Foto: El Debate
Estrellas de la música latina celebrarán más de un siglo de la Sonora Matancera en México
Hace 1 día