Tras varios adelantos, finalmente se estrenó la entrevista de Sandro Castro, nieto del fallecido dictador cubano Fidel Castro, en el pódcast Solo gente bonita. La conversación, conducida por el influencer venezolano Jesús Cazorla, se mantuvo en un tono complaciente: nada de cuestionamientos sobre el origen de su capital o los privilegios que acompañan a su apellido.
En cambio, Sandro fue presentado como un “luchador”, un joven “común y corriente” que asegura haber levantado sus negocios “sin depender de nadie”. Entre ellos mencionó el bar Efe, su empresa de bebidas alcohólicas, la agencia de transporte Taximania, y su más reciente incursión en la creación de contenido digital. Incluso adelantó planes de abrir una disquera bajo el nombre Castro Record, con financiamiento extranjero.
Sobre el bar Efe, lo describió como un espacio juvenil y universitario donde busca garantizar “buena energía y un ambiente sano”. También contó que su exnovia, Laura, es quien administra las redes sociales del local.
En cuanto a su vida en redes, explicó: “Quería sentirme libre, como un joven más de estos tiempos”. Justificó su apodo de vampirach porque ama la noche —“la luna es como mi sol”— y dijo ser fan declarado de la cristach, su bebida favorita.
Intentando reforzar esa imagen de “hombre de pueblo”, recalcó frases como “venimos a la tierra sin nada y sin nada nos vamos”. Sin embargo, la diferencia salta a la vista: Sandro no nació “sin nada”, sino como nieto del hombre que se apropió de Cuba y de sus recursos.
Frente a las críticas, aseguró que hoy recibe más mensajes positivos que negativos y que los comentarios no le afectan: “Cada quien es libre de pensar como quiera”. Una declaración que contrasta con la realidad de un país donde su propia familia ha encarcelado a ciudadanos por expresar sus ideas.
También reapareció la polémica del Mercedes-Benz, cuando fue criticado por ostentación en plena crisis económica. Según él, el carro “era de un amigo”, pidió disculpas y aclaró que ahora conduce un Hyundai Elantra y vive en un apartamento en Nuevo Vedado.
Lo cierto es que la entrevista se mantuvo en su zona de confort, sin tocar ni política ni privilegios, y dejando a Sandro en un retrato diseñado para presentarlo como un “cubano común” que, en realidad, está lejos de serlo.
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