El luchador por la libertad y los derechos humanos en Cuba, José Daniel Ferrer continúa arbitrariamente detenido en la prisión de Mar Verde, a pesar de que su injusta condena culminó el pasado 4 de agosto.
Permanece encarcelado bajo condiciones inhumanas, sin acceso adecuado a alimentos ni a visitas familiares.
El pasado miércoles 3 de septiembre, día en que correspondía una visita, su esposa e hijos acudieron a la prisión, pero apenas se les permitió verlo unos minutos. El oficial represor Julio Fonseca limitó el encuentro a una hora, violando las dos horas reglamentarias. Ferrer, en un acto de firmeza, se negó a aceptar ese trato y también rechazó como protesta, la jaba de alimentos que su familia le llevó.
La situación es grave. Ferrer se niega a ingerir los alimentos que ofrece el penal, ya que están en mal estado, descompuestos y escasos. Su única fuente de alimentación han sido los productos que su familia logra hacerle llegar.
Ahora, con esa vía también limitada, su salud se deteriora rápidamente. Está pálido, visiblemente demacrado y expuesto a un proceso de desgaste físico que pone en riesgo su vida. José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), por años ha denunciado los abusos y la represión del régimen cubano, lo que lo convierte en uno de los presos políticos más reconocidos del país.
Ha sido víctima de persecución, golpizas, detenciones arbitrarias y campañas de difamación por su lucha pacífica en favor de la libertad, la democracia y los derechos fundamentales del pueblo cubano.
Hoy, su encarcelamiento no solo es injusto, sino también ilegal. La dictadura lo mantiene tras las rejas sin causa penal válida, después de haber cumplido la pena impuesta. Está doblemente secuestrado: primero, porque nunca debió estar preso, y segundo, porque ya terminó su condena.
Su caso es un símbolo del abuso institucionalizado y de la violación sistemática de los derechos humanos en Cuba. Ana Belkis Ferrer, su hermana, ha denunciado públicamente esta situación y exige justicia.
La comunidad internacional debe actuar. El mundo no puede seguir en silencio mientras un hombre inocente, símbolo de la resistencia cívica, se consume en una celda. José Daniel Ferrer no está solo. Su voz sigue viva y nuestra obligación es amplificarla.
Del perfil de Olga González
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