El pasado lunes 9 de junio, la familia de José Daniel Ferrer García, líder opositor y coordinador general de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), sufrió una nueva muestra del trato cruel e inhumano que reciben los presos políticos en Cuba.
Su esposa Nelva Ismarays Ortega acudió a la prisión de Mar Verde en Santiago de Cuba con la esperanza de verlo, luego de semanas sin contacto. Sin embargo, tras esperar por aproximadamente dos horas en el salón de visitas, lo único que recibió fue una respuesta despectiva y humillante por parte del jefe del penal, Vladimir Pineda Guerra.
Según relató Nelva, este se le acercó y le preguntó: “¿Qué hacen aquí? La visita no es hoy, es el miércoles 11”.
No hubo explicación, no hubo empatía, no hubo humanidad. Tuvieron que regresar con la jaba de alimentos que habían preparado cuidadosamente, con los deseos rotos de abrazar a José Daniel, y con la angustia aún más profunda de no saber cómo está ni qué está ocurriendo con él dentro del penal.
Esta no es una simple confusión de fechas. Es parte de una estrategia cruel de aislamiento y desgaste emocional, usada como herramienta represiva contra quienes luchan por la libertad de Cuba.
Desde su detención arbitraria el pasado 29 de abril, luego de la revocación ilegal de su libertad condicional, José Daniel Ferrer ha sido víctima de un patrón represivo sistemático. Solo ha tenido un contacto con su familia: una llamada telefónica de apenas tres minutos.
No se le ha permitido recibir visitas, no se tiene certeza sobre sus condiciones de salud y su familia ha sido constantemente maltratada por las autoridades penitenciarias. El régimen continúa utilizando el encierro y el aislamiento como método de castigo político.
“Cada negación de visita, cada silencio, cada mentira, es un acto calculado de tortura psicológica tanto para él como para sus seres queridos”, denunció su hermana, Ana Belkis Ferrer García, desde el perfil de José Daniel Ferrer en redes sociales. La intención es clara: quebrar su espíritu, silenciar su voz y enviar un mensaje de terror a quienes se atreven a cuestionar el poder.
El dolor, la impotencia y la rabia ante este tipo de injusticias no hacen más que reforzar la determinación de quienes luchamos por la verdad, la libertad y la justicia. No se trata solo de José Daniel Ferrer. Son decenas los presos políticos cubanos que padecen condiciones similares. Su derecho a la vida, a la dignidad y al contacto familiar debe ser respetado.
¡Justicia, libertad y vida para todos los presos políticos!
¡Abajo la dictadura Castro-Canel comunista!
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