La tensión social en Guayos, Sancti Spíritus, ha alcanzado un punto crítico. Los barrios de Canta-Rana y La Loma, herederos de una de las tradiciones más arraigadas del centro de Cuba, han salido a las calles para exigir lo que consideran su derecho cultural: la celebración de las Parrandas.
En medio de la oscuridad de los apagones, la escasez y el abandono, la comunidad se aferra a su fiesta como el último símbolo de alegría y pertenencia.
Las autoridades locales suspendieron repentinamente las festividades, alegando “razones de seguridad” tras la explosión ocurrida en Camajuaní, donde se fabricaban voladores para varias celebraciones populares. Sin embargo, en Guayos, pocos creen en esa versión. Vecinos denuncian que se trata de una decisión política para evitar aglomeraciones y controlar al pueblo, un patrón ya conocido cada vez que hay tensión social en la Isla.
Según testimonios, el trabajo nocturno en Camajuaní era precisamente para abastecer de pirotecnia a las Parrandas de Guayos.
Pese a que los materiales explosivos están bajo control estricto de la Seguridad del Estado, tras la explosión ya hay varios detenidos, lo que genera serias preguntas: ¿no se sabía que se trabajaba de madrugada, alumbrados con baterías, violando todas las normas de seguridad? Si se sabía ¿por qué no actuar antes?
“La Parranda es del pueblo, no del Gobierno”, repiten los guayenses que, cansados de la miseria, han decidido protestar con tambores, carteles y consignas. Lo que comenzó como un reclamo cultural se ha transformado en una muestra de resistencia. Muchos aseguran que no se trata solo de una fiesta suspendida, sino de una ofensa directa a su identidad y a su historia.
En medio de calles oscuras, sin electricidad ni alimentos básicos, los habitantes de Guayos encuentran en la música y en la tradición una forma de desafiar el silencio impuesto. “Nos quitan la luz, la comida y las medicinas, pero no nos van a quitar la Parranda”, gritó una vecina entre aplausos y llantos.
El Gobierno, mientras tanto, mantiene un silencio tenso. La Seguridad del Estado patrulla la zona y ya se reportan varios detenidos. Pero la indignación no cede: el pueblo siente que si renuncia a sus Parrandas, renuncia también a su dignidad.
Guayos, un pueblo pequeño golpeado por la pobreza, podría haberse convertido sin querer en un nuevo epicentro de rebeldía. Porque en Cuba, incluso en la oscuridad, la chispa de la cultura puede encender la llama de la libertad.
Fuente: La Tijera
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