Un nuevo acto de violencia volvió a sacudir las calles de la capital cubana. Según el perfil de La Tijera, un hombre fue brutalmente apuñalado en la zona comprendida entre Águila, Estrella y Monte, un área de La Habana con historial de delincuencia, drogas y asaltos.
Testigos relataron que los agresores eran dos adolescentes: uno apodado “El Menor” y otro joven, flaco, de piel negra, aproximadamente de 15 años.
La víctima recibió tres puñaladas: una en el pecho, otra en el brazo y la que resultó fatal perforó un pulmón.
A pesar de la rápida llegada de la policía, no fue posible salvarle la vida. El móvil del crimen fue un robo: los delincuentes le arrebataron aproximadamente 15 000 CUP y un teléfono móvil.
El suceso evidencia la profundización de la crisis social y moral en la Isla.
De acuerdo con datos del independiente Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana (OCAC), en el primer semestre de 2025 se documentaron 1 319 delitos verificados en Cuba, lo que representa casi cinco veces más que en igual periodo de 2023.
En 2024 el total de delitos registrados fue de 1 317, con un aumento de 50,72 % respecto a 2023.
La Habana capital cubana, figura entre las provincias con mayor alza de asaltos y homicidios.
Este incidente, además de su brutalidad, pone de manifiesto varios factores estructurales: la participación de menores en crímenes graves, la facilidad para portar armas blancas o instrumentos de violencia, el robo de recursos mínimos en medio de la crisis económica, y la percepción de impunidad entre los agresores.
La comunidad del barrio y el resto de La Habana se encuentran consternados.
Vecinos afirmaron que la zona “ya era peligrosa”, y denuncian la falta de presencia efectiva de seguridad ciudadana.
Mientras tanto, la víctima se suma a una lista creciente de muertes violentas que alimentan la inseguridad, la desconfianza y el temor en la población urbana.
Según analistas independientes, la crisis en Cuba escasez de alimentos, apagones, desempleo creciente, cierre de oportunidades alimenta la delincuencia y debilita el control estatal sobre la seguridad pública. En palabras de uno de los informes: se trata de una “escalada delictiva sin precedentes”.
El crimen no es un hecho aislado, sino un reflejo de un sistema que pulsa al borde de la falla: calles inseguras, adolescentes con armas, ciudadanos indefensos.
La vida humana, hoy más que nunca parece equivaler a poco cuando una puñalada cuesta solo unos 15 000 CUP.