Camagüey está de luto. El anciano que agonizaba solo desde hacía tres días en su hogar finalmente falleció en el Hospital Provincial, después de que una ambulancia llegara demasiado tarde. Las redes sociales, que se llenaron de súplicas para que fuera atendido, hoy se inundan de dolor, indignación y vergüenza nacional.
“EPD, que Dios lo tenga en su gloria”, escribió María Julia Yero Suárez, acompañando un rosario de mensajes similares: “Qué tristeza por Dios”, “Pobre señor”, “Descansó del sufrimiento”. Pero entre los rezos también florece la rabia de un pueblo agotado. Irina Álvarez lo dijo sin rodeos: “Revolución, socialismo y PCC no son más que muerte y hambruna y eso lo estamos viendo desde que triunfó la maldita revolución.”
María Victoria Abio expresó su impotencia: “Es tanta la indignación que apenas puedo escribir. ¡Hasta cuándo estos asquerosos van a continuar! Un país agoniza.”
Mientras que Idelsa López Alarcón escribió un mensaje que se ha vuelto viral: “Puede ser el abuelo de cualquiera… qué dolor, qué impotencia. Dios tiene que castigar a quienes permitieron esto.”
Decenas de usuarios coincidieron en el mismo sentimiento: “Qué tristeza”, “Qué dura es la vida”, “Que dolor el de Cuba”. Jackelin Oliver Almanza resumió lo que muchos piensan: “Muy triste lo que está sufriendo el pueblo.”
Incluso desde otras provincias, llegaron mensajes de desesperanza. Elizabeth Martín comentó: “Esto me da una tristeza inmensa, imagínate eso en la provincia, ya te puedes dar cuenta cómo es en los municipios, todo peor.”
Otros denunciaron la indiferencia de las autoridades. Ricardo Gómez preguntó: “¿Cómo es posible que el ministro de Salud Pública permanezca indiferente ante estos graves problemas?” y Chiquy Menéndez clamó: “¿No hay órganos de justicia internacional que vean la situación de Cuba? ¡Ya basta!”
En medio del dolor, alguien recordó que no fue un hecho aislado. Victoria Victoria escribió: “En la esquina de República y San Esteban se murieron dos: una señora y su vecino, del virus y la falta de TODO.”
El caso del anciano de Camagüey se ha convertido en símbolo del abandono que viven miles de cubanos mayores, olvidados por un sistema que se autoproclama “potencia médica”, pero no logra salvar ni a los más indefensos.
Murió en silencio, pero su muerte grita por todos. Y el pueblo, entre lágrimas y rezos, se pregunta: ¿hasta cuándo permitiremos que la indiferencia sea más fuerte que la compasión?
Del perfil de José Luis Tan
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