El descaro del régimen cubano y su red bancaria vuelve a quedar al descubierto en un caso que refleja cómo la población es víctima de engaños y abusos sistemáticos. Estrella Fagundo, cubana residente en Alemania, envió 2.200 euros a su hermana en La Habana, destinados a cubrir gastos médicos y necesidades básicas, además de 200 euros para la Iglesia de la Caridad, que atiende a los más necesitados en La Habana Vieja.
¡Dos meses después, el dinero sigue sin entregarse!
El Banco Metropolitano de la calle Galiano en Centro Habana ha retenido la remesa bajo la excusa de “falta de efectivo”, un argumento que se repite con una frecuencia alarmante en Cuba y que evidencia el caos y la falta de transparencia del sistema financiero controlado por el Estado.
La hermana de Fagundo ha tenido que recurrir al Banco Central en la calle Obispo, pasando por citas previas en el Joven Club de Computación, solo para recibir la promesa de ser incluida en una lista de espera. Mientras tanto, el dinero que podría sostener la vida de una persona enferma sigue retenido sin justificación.
Esta situación no es un caso aislado. Durante este verano, el Banco Metropolitano generó polémica al imponer la obligación de reservar turno mediante la aplicación Ticket para presentar quejas o reclamaciones.
Una medida que más que facilitar soluciones, complica el acceso a derechos básicos y evidencia la burocracia opresiva que caracteriza al régimen cubano. Familias que dependen de remesas extranjeras para sobrevivir se ven atrapadas en un laberinto de trámites interminables, mientras los bancos estatales actúan como intermediarios estafadores que juegan con la desesperación de los ciudadanos.
Lo más indignante es que el dinero retenido no es un lujo, sino un recurso esencial para alimentación, medicamentos y servicios básicos. La hermana de Fagundo sufre de una enfermedad crónica y, en estos dos meses, podría haber recibido atención y nutrición adecuada si no hubiera sido víctima de la retención arbitraria del Banco Metropolitano.
Esta práctica no solo afecta a individuos, sino que también perjudica a instituciones benéficas como la Iglesia de la Caridad, que ve cómo se retrasa la ayuda destinada a los más vulnerables.
En definitiva, este caso desnuda la cara más cruel del sistema cubano: bancos que funcionan como instrumentos de control del Estado, capaces de estafar a sus propios ciudadanos bajo pretextos burocráticos, mientras la gente lucha por sobrevivir.
La historia de Estrella Fagundo y su hermana es un ejemplo más de cómo la dictadura cubana engaña, retiene y vulnera derechos básicos, dejando a las familias en una situación de absoluta indefensión. Cada remesa bloqueada se convierte en un acto de injusticia y en un recordatorio del descaro y la corrupción que corroe las instituciones bajo el control del régimen.