La elección de Robert Francis Prevost como el Papa número 267 de la Iglesia Católica —ahora León XIV— ha generado sorpresa y emoción en varias comunidades del centro de Cuba, especialmente en el municipio de Chambas, Ciego de Ávila, donde el nuevo Pontífice dejó una huella humana y espiritual durante una visita pastoral en 2008.
El diario Escambray recogió el testimonio de Celerina Darias Godoy, una feligresa residente en esa localidad avileña, quien recuerda con claridad aquel encuentro inesperado con quien, muchos años después, se convertiría en la máxima autoridad del Vaticano. “Fue un día sencillo pero muy especial. Nunca imaginé que aquel sacerdote amable y tranquilo sería algún día el Papa”, confesó.
La historia se remonta a mediados de la década del 2000, cuando sacerdotes de la Orden de San Agustín comenzaron a trabajar en la Parroquia La Inmaculada Concepción de Chambas, perteneciente a la diócesis católica de Ciego de Ávila. En ese contexto, Robert Francis Prevost, quien entonces fungía como Prior General de dicha Orden, viajó a la localidad para conocer de cerca la labor pastoral y las necesidades de la iglesia.
Durante su visita, el actual Papa León XIV no solo presidió una misa, sino que también dedicó tiempo a conversar con los fieles, compartir impresiones sobre el estado de la comunidad religiosa y, de manera muy cercana, aceptar una invitación a almorzar en casa de Celerina.
“No fue nada lujoso: arroz blanco, picadillo y yuca”, recuerda con humildad. Aquella comida familiar, compartida junto a su hijo, su nuera y otros sacerdotes, dejó una profunda impresión en Celerina: “Era un hombre sereno, de voz suave, que transmitía paz. Se interesaba sinceramente por la iglesia local y por las personas”.
El reciente anuncio de su elección como Papa tomó por sorpresa a esta cubana, quien siguió atentamente el cónclave y no pudo evitar emocionarse al ver nuevamente el rostro de aquel visitante amable. “Sentí alegría y orgullo. En ese momento recordé su sonrisa, su forma de hablar... me pareció increíble que hubiera estado sentado en mi mesa. Fue como recibir a un familiar”.
La anécdota pone en evidencia cómo las grandes figuras del mundo religioso, político o cultural pueden tener momentos de cercanía auténtica con personas comunes, en escenarios modestos y lejos del protocolo. Y en el caso del Papa León XIV, su paso por Chambas queda como un recuerdo vivo en la memoria de una comunidad que hoy celebra con emoción que, alguna vez, uno de sus vecinos temporales llegó a ser el líder espiritual de más de mil millones de católicos.
Para los cubanos creyentes, la elección de un Papa con vínculos tan cercanos y humanos con la Isla es un motivo de esperanza y fe renovada.
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