El médico cubano Alexander Pupo, quien ha sido separado de su carrera y estudios por sus posturas políticas contrarias al gobierno, se hizo eco a través de sus redes sociales de una denuncia.
Según explica, los carretilleros de la oriental provincia Holguín están siendo víctimas del asedio de los inspectores locales que la han emprendido en su contra decomisándole su mercancía.
Según explica el galeno antillano en un post que dejó en su muro de Facebook, los cuentapropistas se han convertido en el centro de atención de las autoridades de la provincia y de los policías.
“Ayer les hicieron una redada a los carretilleros donde los obligaron a vender todos sus productos a precios reducidos, y claro está, una pequeña porción del pueblo se beneficia en estos casos, pues siempre aprovechan para adquirir algunos productos a bajo precio”, denunció el profesional de la salud.
Cubita NOW reproduce sus palabras, de manera íntegra, a continuación:
Hola a todos... Tres días llevan hoy bajo asedio los carretilleros de mi municipio. Tres días en los cuales han sido víctima de decomisos y disímiles atropellos por parte de inspectores y oficiales de la policía.
Vecinos de Pueblo Nuevo, El Rpto. Lenin y el Copelita han sido testigos de todo esto. De ahí proviene la queja. Ayer les hicieron una redada a los carretilleros donde los obligaron a vender todos sus productos a precios reducidos, y claro está, una pequeña porción del pueblo se beneficia en estos casos, pues siempre aprovechan para adquirir algunos productos a bajo precio.
Sin embargo, mi pregunta irá un tanto más allá del beneficio de esos pocos. ¿Acaso no es el cuentapropista también parte del pueblo? ¿Qué beneficio reciben ellos del despojo de sus artículos de venta?
¿Acaso el fin justifica los medios cuando se perjudican personas en el proceso? ¿Si el Estado está capacitado para obligar a los cuentapropistas a disminuir los precios de sus productos, quien está capacitado para obligar al Estado a disminuir el precio de todos los servicios que ha puesto a precios ridículos?
Vuelvo a pedir una vez más la revisión de algunas medidas arbitrarias y abusivas, pues no creo que sea correcto que el Estado haga estas cosas. Ojo, no defiendo al abusador que, si infla desmedidamente los precios y acaba con los bolsillos del pueblo, a esos oportunistas más que una multa o decomiso los despojaría de sus patentes y les impediría volver a comerciar.
Mi defensa va para ese que brinda un servicio que el gobierno nunca ha podido garantizar a pesar de querer controlar. Si los precios hoy están llegando al espacio, es porque el Gobierno dio ejemplo de cómo destruir a un país aumentando los precios de todo, obligando a abuelitos a abandonar sus asilos por los altos precios de sus servicios, a las madres a no llevar a sus hijos a la doble sección por lo cara que son las meriendas y la mala calidad de los alimentos en las escuelas, a las ancianas a abandonar los productos de la canasta básica por la mala calidad de los mismos y sus precios, a los enfermos a recurrir a brujería y contrabando por la incapacidad del Gobierno de mantener las farmacias abastecidas y los nuevos precios de la "Salud Gratuita".
No podemos pedir "moral en calzoncillos", y menos cuando los calzoncillos están llenos de huecos. Si en vez de subir los salarios, para una vez más tratar de migrar las culpas de la mala administración, hubieran garantizado un mercado libre sustentable, con amplia oferta y demanda hoy no estaríamos en este punto.
La labor de un Estado debe ser mediar las relaciones entre los habitantes de un país, no abusar del pueblo usando técnicas dictatoriales y extirpando todo emprendimiento necesario. La culpa no es del cuentapropista, la culpa es del Gobierno, y no es correcto utilizar el despojo y la desmoralización desmotivadora como medida disciplinaria, por lo menos yo no lo veo así.
Los carretilleros, carretoneros y vendedores ambulantes brindan hoy un servicio que el Estado en años no ha podido garantizar. ¿Solución? Hubo un tiempo en el que el comercio del propio campesino obligó a que todo el mundo disminuyera los precios.
Había oferta, había demanda. Esas prácticas deberían retomarse, quizás así logren evitar que los precios sigan inflándose, quizás así se logre eliminar un poco el hambre y la desesperación del pueblo. Vuelvo y repito para todo el que siempre lee hasta el final.
La culpa no es del carretillero, la culpa es del que lo enseñó. "Al César lo que es del César." ¡¡¡No más abuso!!!
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