El fallecimiento de Jaime García, un trabajador migrante, ha desatado una ola de indignación dentro y fuera de Estados Unidos. El trágico suceso ocurrió el 11 de julio de 2025, cuando García cayó desde una altura de diez metros mientras intentaba escapar de una redada del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en una zona agrícola del condado de Ventura, California.
La caída le provocó fracturas en el cráneo y cuello, lesiones que resultaron fatales. Según la Unión de Trabajadores Agrícolas (UFW), que confirmó la noticia, su fallecimiento fue consecuencia directa de la operación migratoria.
“Con tristeza confirmamos que un trabajador murió como resultado de las heridas recibidas durante las redadas migratorias”, señaló la UFW en un comunicado, donde también condenó el uso excesivo de la fuerza por parte del ICE.
La redada, que fue llevada a cabo en varias granjas, se desarrolló en un ambiente caótico. Testigos relataron escenas de pánico: migrantes corriendo desesperados, enfrentamientos físicos con agentes federales y el uso de gases lacrimógenos.
"Diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos han calificado estas acciones como violaciones flagrantes a los derechos fundamentales", exigiendo una respuesta oficial del gobierno y la revisión urgente de los protocolos en operativos migratorios.
Entre los grupos que alzaron su voz está nuevamente la UFW, que ha pedido al Congreso y al Departamento de Seguridad Nacional que investiguen el suceso y se garantice que hechos como este no vuelvan a repetirse.
La comunidad migrante, especialmente la latinoamericana, ha reaccionado con dolor y rabia. En redes sociales se multiplicaron los mensajes de repudio: “Ya están felices, tanto daño que están haciéndole a gente inocente”, “Qué tristeza lo que está pasando” o “Nos detestan, fin”. También surgieron posturas más resignadas, que apelaban a la prudencia: “Es mejor no arriesgar la vida huyendo, si los encontraron, pues toca entregarse”.
La muerte de Jaime García pone en evidencia el nivel de desesperación que viven miles de migrantes que, enfrentando la amenaza de deportación, optan por huir a riesgo de su propia vida. Su caso enciende nuevamente el debate sobre el sistema migratorio estadounidense y los métodos empleados en las detenciones. Mientras tanto, la comunidad continúa pidiendo justicia y cambios urgentes que prioricen la dignidad humana por encima del control punitivo.
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