La llegada de la residencia “No Me Quiero Ir De Aquí” de Bad Bunny al Coliseo de Puerto Rico ha desencadenado un fenómeno sin precedentes, no solo en el ámbito musical sino también en el energético.
La empresa LUMA Energy, encargada de la transmisión de electricidad en la Isla, ha anunciado un plan preventivo de reforzamiento del sistema eléctrico para evitar apagones durante los 30 conciertos programados, los cuales ya han vendido más de 400.000 boletos.
Puerto Rico, históricamente afectado por apagones debido a su frágil infraestructura y la alta demanda energética en los meses de verano, se ha visto obligado a tomar medidas extraordinarias ante la magnitud del evento.
“Nuestro compromiso es claro: atender de manera proactiva las fallas de un sistema frágil y colaborar con todos los componentes esenciales para el éxito de eventos de gran escala como la residencia de Bad Bunny”, afirmó Melissa Pueyo, directora de Cuentas Clave de LUMA.
Desde junio, la empresa trabaja en la inspección de subestaciones, reparación de puntos críticos y limpieza de vegetación cercana a las líneas de distribución. Además, se ha coordinado con agencias estatales y municipales para garantizar una respuesta ágil ante cualquier eventualidad.
El impacto del artista urbano va más allá del entretenimiento. Según un estudio comisionado por el Municipio de San Juan, la residencia generará un impacto económico de 377 millones de dólares y más de 3.600 empleos directos e indirectos. “Sabemos que esta serie de eventos representa una importante inyección a la economía local”, agregó Pueyo, quien también mencionó la colaboración con hoteles, el Distrito de Convenciones y el Coliseo de Puerto Rico para asegurar el éxito del espectáculo.
Las autoridades municipales han preparado una extensa agenda paralela: conciertos en estaciones del Tren Urbano y la activación de cuatro zonas clave —Placita de Santurce, el bar El Boricua, el Viejo San Juan y el ‘trocadero’ frente al Coliseo— como centros turísticos, gastronómicos y culturales. Esta última incluirá seis pequeños mercados con comidas, bebidas y música en vivo.
Con esta residencia, Bad Bunny no solo rompe récords musicales, sino que se convierte en un agente transformador del entorno urbano, energético y económico de su isla natal.
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