La tragedia de Carlos Manuel Díaz, un cubano enfermo de cáncer terminal que quedó completamente desamparado tras el paso del huracán Melissa por Holguín, ha provocado una ola de indignación y tristeza en redes sociales.
Su historia es un reflejo profundo de la crisis humanitaria que vive el país, donde los más vulnerables siguen siendo los más olvidados.
Carlos, diagnosticado con cáncer de próstata en fase irreversible, vivía modestamente en el Reparto Vista Alegre. Sin embargo, el huracán destruyó por completo su vivienda, dejándolo prácticamente en la calle. A pesar de encontrarse en un estado de salud crítico y ser catalogado como persona vulnerable, no recibió ninguna de las ayudas que, según las autoridades, estaban destinadas a los damnificados más necesitados.
Lo único que Asistencia Social le prometió fue un colchón, pero sin cama ni condiciones para colocarlo, pues toda la estructura de su hogar quedó reducida a escombros. Mientras tanto, Carlos estuvo hospitalizado durante tres días debido al deterioro de su salud, agravado por el estrés, el frío, la humedad y la incertidumbre de no tener dónde vivir al regresar.
Su dirección es: Calle 20 #55 e/ Independencia y González Clavel, Reparto Vista Alegre, Holguín. Teléfono: +53 55960135.
Hoy depende únicamente de la solidaridad ciudadana para intentar recuperar lo poco que tenía antes del huracán. No busca lujos, no pide imposibles; solo desea un mínimo de dignidad para los días que le queden.
Su historia evidencia, una vez más, cómo el estado cubano falla en proteger a quienes más lo necesitan, incluso en situaciones extremas donde la humanidad debería estar por encima de la burocracia o la indiferencia institucional. El mismo estado que repite en discurso hueco que la revolución no abandona a ninguno de sus hijos.
La comunidad que lo rodea también se siente impotente. Vecinos que han visto su situación de cerca denuncian que los donativos enviados para los damnificados no llegaron nunca a las manos de quienes realmente los necesitaban.
Mientras tanto, Carlos sigue esperando, sin fuerzas pero con la esperanza puesta en la ayuda de las personas de buen corazón que aún creen en la solidaridad como el verdadero rescate humanitario.
Fuente: La Tijera
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