La señora Juana, una vecina muy querida de nuestra comunidad, se encuentra en una situación extremadamente delicada. Padece dengue y además tiene un marcapasos, junto a otros problemas graves de salud que requieren atención médica constante.
Desde que el huracán Melissa azotó la zona, nadie de las autoridades locales ha acudido a su hogar para evaluar los daños ni para ofrecerle el apoyo que necesita para sobrevivir y recuperarse. Nadie del municipio de Gibara, en Holguín se había presentado.
Solo después de que se publicaron fotos en redes sociales mostrando el estado lamentable en que se encuentra, fue que los funcionarios corrieron a visitarla y la trasladaron al hospital. ¿Por qué? Porque se vieron expuestos públicamente. No por humanidad, no por deber, sino por imagen.
Incluso hasta la directora de Salud Pública se apareció, intentando dar la cara. Pero ya es tarde. La realidad no se tapa con apariencias. Esta actitud es una falta total de respeto a una persona vulnerable y enferma, y al pueblo en general.
Su vivienda sufrió afectaciones importantes, pero hasta ahora ha permanecido sola, enfrentando las secuelas del desastre sin ayuda.
La historia de Juana es un reflejo de la vulnerabilidad de muchas personas en nuestro país, especialmente aquellos con problemas de salud y en situación de riesgo. Su caso ha conmovido a los vecinos, quienes no dudan en pedir auxilio y denunciar la falta de atención por parte de las autoridades.
Comentarios en las redes sociales reflejan la solidaridad de la comunidad: Josefa González expresa su indignación y pide ayuda por dignidad; Nancy Castillo le envía bendiciones; Mercedes Ramos solicita intervención rápida; Juan Torres implora que se ayude a la señora; y Mari Paumier y Adelfa Hernández destacan la necesidad de asistencia médica inmediata y muestran su consternación.
La realidad de Juana no puede ser ignorada. Su situación exige una respuesta inmediata: atención médica, asistencia humanitaria y revisión de los daños en su hogar. La falta de intervención pone en riesgo su vida, especialmente considerando su historial de salud y la gravedad de la enfermedad que enfrenta. Cada día que pasa sin ayuda es un día de sufrimiento y vulnerabilidad para esta mujer que ha dado tanto a su comunidad.
Hacer visible su caso es crucial. Las redes sociales se convierten en un espacio para llamar la atención sobre quienes más necesitan apoyo, exigir responsabilidad a quienes deben proteger a la población y fomentar la solidaridad entre vecinos.
La señora Juana merece no solo la atención inmediata de los servicios de salud, sino también la cercanía y el apoyo de su comunidad. No podemos permitir que siga enfrentando sola el dolor, la enfermedad y las consecuencias de un huracán que ya dejó huellas profundas.
Ayudar a Juana es un acto de humanidad y justicia. Su situación nos recuerda que detrás de cada noticia de desastre, hay vidas que dependen de la solidaridad y del compromiso colectivo. Cada gesto de ayuda, cada llamado, cada acción puede marcar la diferencia y salvar la vida de alguien que hoy se encuentra abandonado.
Del perfil de Cubanos por el Mundo
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