"Nos siguen mintiendo en la cara y ya casi nadie puede disimularlo. Todos en Cuba sabemos que la Chikungunya se ha desbordado por el país, barrio por barrio, casa por casa, mientras las autoridades repiten cifras que no coinciden con la realidad palpable" parece ser un grito agudo de todo el pueblo de Cuba.
Los reportes oficiales insisten en que la situación está “controlada”, pero en las calles, en las colas, en los centros de trabajo y en las escuelas el panorama es otro: fiebre alta, dolores articulares, brotes cutáneos y familias enteras enfermas al mismo tiempo.
El encuentro entre el doctor epidemiólogo Francisco Durán, figura visible del sistema de salud cubano durante los años más críticos de la pandemia, y la periodista Arleen Rodríguez Derivet generó un notable interés público por las preguntas pendientes sobre la actual situación epidemiológica del país.
La reunión abordó temas que llevan meses preocupando a la población: el avance de las arbovirosis, la transparencia informativa y la capacidad del sistema de salud para enfrentar nuevos brotes.
Durán, acostumbrado a transmitir mensajes oficiales con un tono moderado, insistió en que las autoridades sanitarias mantienen una vigilancia constante sobre el dengue, el zika y la chikungunya.
Reconoció, no obstante, que existe un incremento de casos febriles en varias provincias y que el deterioro de los servicios de saneamiento dificulta el control del mosquito Aedes Aegypti. Aunque evitó hablar de cifras exactas, admitió que los reportes actuales no reflejan completamente la magnitud real del problema debido a la escasez de test diagnósticos y a la sobrecarga del personal médico.
Derivet le cuestionó al dr. Durán acerca de la distancia entre las cifras oficiales y los testimonios provenientes de hospitales y policlínicos donde el número de pacientes crece sin pausa. Añadió la falta de campañas de fumigación, los fallos en el abastecimiento de medicamentos básicos y el silencio institucional ante los fallecimientos vinculados a complicaciones por arbovirosis.
La periodista también preguntó si el Ministerio de Salud estaba preparado para publicar datos actualizados y verificables, algo que la ciudadanía demanda con insistencia.
Durán defendió el trabajo de los epidemiólogos y afirmó que la información se comparte “cuando está verificada”. Sin embargo, reconoció que el país enfrenta limitaciones técnicas y logísticas que retrasan la actualización de los reportes.
Ambos coincidieron en que la comunicación clara es esencial para reducir el pánico y fortalecer la prevención comunitaria. Durán llamó a la población a mantener la higiene doméstica y a eliminar criaderos, mientras Derivet insistió en que esa responsabilidad no puede recaer únicamente en la ciudadanía cuando las instituciones no garantizan servicios básicos.
El encuentro dejó al descubierto una verdad innegable: Cuba atraviesa un momento crítico y la población exige respuestas concretas. La transparencia, más que un gesto político, se ha convertido en una necesidad urgente.
El aumento de casos no es un secreto para nadie. En varias provincias —especialmente en el oriente y el centro del país— la cantidad de personas con síntomas compatibles con Chikungunya supera con creces lo que el sistema sanitario reconoce.
Datos difundidos por profesionales de salud, testimonios de vecinos y análisis independientes apuntan a que la transmisión del virus ha crecido de forma exponencial en los últimos meses. En algunos municipios, los consultorios reportan días completos sin capacidad para recibir más pacientes febriles, mientras los hospitales improvisan salas en pasillos para atender la demanda.
La explicación es sencilla: el mosquito Aedes Aegypti se ha multiplicado sin control. La falta de fumigación sistemática, la escasez de combustible, la ausencia de personal y el deterioro del saneamiento básico han creado el escenario perfecto para que la enfermedad se dispare.
A ello se suma el colapso de la recolección de desechos, los microvertederos que crecen en cada esquina y los salideros de agua que permanecen meses sin reparar.
Las cifras reales, aunque no se publiquen de manera transparente, muestran un incremento sostenido de contagios y complicaciones. En varias zonas del país han aumentado las consultas por dolores articulares persistentes, una secuela frecuente de la enfermedad. También se reportan más ingresos en edades vulnerables como ancianos, embarazadas y niños pequeños, lo cual agrava aún más la situación sanitaria.
Fuente: La Kincalla TV
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