Las crecientes necesidades y la escasez en Cuba han convertido al robo y la ilegalidad en mecanismos de supervivencia para muchos ciudadanos. Un reciente caso en el municipio Segundo Frente, en Santiago de Cuba, ilustra esta realidad. Según información publicada por el perfil oficialista Héroes del Moncada, un hombre fue arrestado tras descubrirse en su vivienda un caballo que pretendía sacrificar para vender su carne en el mercado informal. Durante el operativo policial, también se le incautaron más de 800 libras de café limpio y herramientas utilizadas para el sacrificio del animal.
Este hecho no es un caso aislado. En medio de la crisis económica que enfrenta el país, el robo de ganado y otros productos se ha disparado. La falta de acceso a alimentos básicos ha generado un mercado clandestino donde la carne, el café y otros productos escasos encuentran compradores dispuestos a pagar precios elevados. La pobreza extrema en la que viven miles de cubanos ha convertido la delincuencia en un recurso de subsistencia, mientras que la corrupción y la impunidad alimentan estas redes de tráfico ilegal.
El sacrificio clandestino de ganado vacuno y equino no solo responde a la falta de carne en las tiendas estatales, sino también a la inflación descontrolada que ha hecho que los precios sean inaccesibles para la mayoría de la población. La carne de res, por ejemplo, está estrictamente regulada en Cuba y su consumo fuera de los canales estatales es ilegal, lo que ha convertido a los caballos en una alternativa para quienes buscan obtener proteínas a cualquier costo.
Por otro lado, el hallazgo de 8 quintales de café limpio en la vivienda del detenido pone de manifiesto otro problema creciente: el robo y reventa de productos agrícolas. La crisis en la producción y distribución de café ha hecho que este producto, tradicionalmente vinculado a la identidad cubana, se haya convertido en un artículo de lujo. El mercado negro se ha vuelto la única opción para muchos consumidores que no pueden encontrarlo en las tiendas estatales.
Los robos de alimentos, ganado y otros bienes son cada vez más comunes en Cuba, y la policía ha intensificado sus operativos para frenar esta ola delictiva. Sin embargo, más allá de la represión, el problema de fondo sigue sin resolverse: la falta de oportunidades económicas, la escasez de alimentos y la desesperación de una población que, en muchos casos, no encuentra otra forma de sobrevivir.
Mientras la crisis siga golpeando a los cubanos, el mercado negro y la delincuencia continuarán en ascenso, alimentados por la miseria y la necesidad de aquellos que ven en estas actividades su única vía para subsistir.
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