Lis Cuesta Peraza, la no "primera dama” de la dictadura cubana, ha vuelto a protagonizar otro episodio de cinismo oficialista que evidencia la desconexión total entre la cúpula gobernante y el drama cotidiano que vive el pueblo cubano.
En esta ocasión, viajó junto al designado presidente Miguel Díaz-Canel a Bielorrusia, en lo que se ha presentado como una visita diplomática. Sin embargo, una fuente fideligna de la Comunidad Europea asegura que el verdadero destino del viaje no es Minsk, sino Sevilla, España, donde el régimen prevé participar en la Cumbre del Desarrollo de la ONU, que inicia el lunes 30 de junio.
Por si el paseo para dos no fuera poco, la comitiva incluye a otros miembros del séquito habitual, como Bruno Rodríguez Parrilla, la periodista Arleen Rodríguez y Leticia Martínez, jefa de prensa del régimen.
Detrás de la fachada diplomática, hay motivaciones personales que levantan serias sospechas. Lis Cuesta, lejos de limitarse al protocolo internacional, tendría como principal objetivo visitar a su hijo, Manuel Anido Cuesta, quien reside en Madrid.
“Otra misión oficial usada como excusa para beneficios personales”, comenta la fuente. Mientras tanto, Cuba atraviesa una crisis sin precedentes: apagones de hasta 20 horas diarias, hospitales sin insumos, inflación desbocada y una escasez generalizada que arrincona a las familias cubanas.
En ese contexto, el lujo de estos viajes oficiales es un insulto. ¡Para Lis no hay bloqueo ni escasez! hay pasajes diplomáticos, hospedajes pagados, comidas de etiqueta y una agenda que combina actos políticos con encuentros familiares de alto confort.
Es el doble rasero de la élite castrista, que clama por justicia social desde tarimas internacionales mientras exprime hasta la última gota del sacrificio del pueblo cubano para costear sus privilegios. Los llamados a la resistencia, al aguante y a la unidad del pueblo suenan cada vez más vacíos, porque los mismos que los pronuncian son los que menos los practican.
"¿Hasta cuándo el pueblo cubano seguirá pagando los caprichos de una casta intocable?", opina Lazarita, una internauta. Esta es una pregunta que retumba en cada esquina de la Isla.
Mientras tanto, el avión oficial sigue despegando con su “no primera dama” a bordo, ignorando por completo la miseria que deja detrás. La desvergüenza no tiene límites, y el silencio cómplice se convierte en una forma más de violencia institucional.
Fuente: La Tijera
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