En medio de las críticas a la opacidad de la cooperación internacional en Cuba, emerge una señal inquietante: el analista de comunicación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Cuba (PNUD) en la Isla, Fidel Alejandro Rodríguez Fernández, es sobrino de una de las figuras más tradicionales del aparato mediático del régimen, Arleen Rodríguez Derivet.
Arleen no es una periodista cualquiera; es una de las voces más autorizadas del oficialismo, conductora del programa televisivo Mesa Redonda, premio nacional de periodismo y estrecha aliada de Miguel Díaz‑Canel.
Según publicaciones críticas, esta conexión familiar solo refleja cómo los puestos estratégicos, incluso en organismos internacionales como el PNUD, pueden quedar en manos de allegados al Partido Comunista. Este tipo de asociación genera dudas sobre la neutralidad y el criterio profesional con el que se asciende en la estructura de comunicación de la cooperación internacional en Cuba.
Desde su puesto en el PNUD, Fidel Rodríguez Fernández ha tenido un papel visible durante la respuesta humanitaria al huracán Melissa. Él explicó que la entrega de 4 mil 375 lonas para familias afectadas forma parte de un plan coordinado con la Defensa Civil y las autoridades locales, en nombre del sistema de Naciones Unidas.
Su participación directa en la narrativa oficial de la ayuda —y su relación familiar con una periodista tan prominente como Arleen Derivet— alimenta las sospechas: ¿hasta qué punto estas figuras actúan como herramientas diplomáticas y propagandísticas del poder cubano?
La propia Arleen tiene una larga trayectoria dentro del núcleo duro del periodismo oficial. Su discurso ha estado históricamente alineado con la Revolución, y ha sido reconocida por su fidelidad ideológica. En una ceremonia pública, Díaz‑Canel confesó su afecto hacia ella, señalando una relación de “amistad y hermandad” forjada desde sus años en la Unión de Jóvenes Comunistas.
La red familiar entre Derivet y su sobrino en un organismo internacional como el PNUD no es un detalle menor: plantea un patrón de reproducción de poder en la élite castrista. No se trata solo de la concentración de cargos, sino de cómo la familia y la política se entrelazan para consolidar una narrativa favorable al régimen, incluso en la arena internacional. En contexto, recuerda cómo otras redes de parentesco han servido históricamente para garantizar que posiciones estratégicas permanezcan bajo control ideológico; no es otra cosa que un nepotismo de estado.
Este escenario exige preguntas claras: ¿cuáles fueron los criterios que el PNUD utilizó para nombrar a Rodríguez Fernández? ¿Hasta dónde su parentesco influyó en su ascenso? Y más importante: ¿cómo afecta este tipo de vinculaciones al principio de independencia que debe regir en la acción humanitaria?
La sospecha de que los nombramientos en la cooperación internacional puedan perpetuar la estructura de poder castrista no puede ser descartada sin un escrutinio minucioso.
El PNUD es el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Es una agencia internacional de la ONU que trabaja para erradicar la pobreza, reducir las desigualdades y promover el desarrollo sostenible en los países donde opera. ¿Seguro que no había otro, distante de la cúpula de poder, que pudiera ocupar ese importantísimo puesto?
Fuente: Alberto Arego
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