La vejez en Cuba se ha convertido en un campo de batalla cotidiano. Casi la totalidad de los jubilados del país no puede cubrir ni siquiera sus necesidades nutritivas, médicas o habitacionales, según una investigación reciente realizada por la Asociación Sindical Independiente de Cuba (ASIC). El estudio deja al descubierto una de las crisis más profundas del sistema de seguridad social cubano: las pensiones no alcanzan ni para sobrevivir.
La encuesta, aplicada entre septiembre y octubre de 2025 a 506 adultos mayores de La Habana, Cienfuegos, Artemisa, Matanzas y Sancti Spíritus, muestra un panorama devastador.
Solo cinco personas afirmaron que lo que reciben les permite vivir con dignidad.
El informe revela que el 90,7% continúa trabajando después de su retiro oficial, sobre todo en actividades informales, para poder garantizar comida y medicamentos.
El 99,4% considera que las pensiones no reflejan los años de trabajo acumulados.
Y el 95,7% asegura enfrentar obstáculos serios para acceder a consultas médicas, diagnósticos básicos y fármacos esenciales.
Con 1,7 millones de jubilados registrados en el país, según la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), el ajuste salarial decretado en septiembre de 2025 —que elevó algunas pensiones hasta 4.000 CUP— quedó pulverizado por la inflación descontrolada, que ha multiplicado los precios de los alimentos y servicios.
“Este ajuste ocurre en un contexto de inflación acelerada que ha reducido drásticamente el poder adquisitivo de los jubilados”, subraya ASIC.
El estudio confirma un problema estructural: Cuba es uno de los países más envejecidos de América Latina, pero su sistema de protección social está colapsado.
El 98,8% de los participantes percibe un deterioro grave en la atención sanitaria y social para los mayores de 60 años.
A ello se suma la brecha digital: el 69,2% no tiene acceso a Internet en sus hogares, lo que limita trámites, información y comunicación con familiares emigrados.
Esa desconexión profundiza el aislamiento emocional y la vulnerabilidad.
Los encuestados describen un entorno donde cada vez más ancianos viven en condiciones críticas, mientras hospitales y hogares de ancianos carecen de personal, infraestructura y recursos.
La precariedad se ha vuelto norma: largas colas para medicamentos que no llegan, viviendas derrumbadas, pensiones que no cubren ni dos días de comida y una red institucional que ya no sostiene a nadie.
Para ASIC, la conclusión es contundente y dolorosa:“La vejez en Cuba es el retrato más nítido de una crisis humanitaria prolongada. Los ancianos no mueren de golpe: mueren de desgaste, de días iguales, de oscuridad y silencio”.
En un país marcado por el éxodo y el envejecimiento acelerado, la realidad de los jubilados es el síntoma más crudo de un sistema que ha dejado de proteger a quienes lo sostuvieron durante décadas.
¡Aplausos al tirano! cuando la manipulación convierte la opresión en celebración(video)
Hace 5 horas
La corrupción, herencia macabra que pesa sobre Cuba... El pueblo ¡sin miedo! opina(video)
Hace 1 día