El gobierno cubano ha decidido revivir las llamadas "Tribunas Antimperialistas", esta vez para protestar contra la permanencia de presos en la base naval de Guantánamo. Para el 26 de febrero, más de 50,000 personas han sido convocadas en Guantánamo para denunciar la presencia estadounidense en ese territorio.
Pero, ¿es esta la protesta que realmente necesita el pueblo cubano? Mientras el régimen insiste en sus viejas consignas y en culpar a EE.UU. de todos sus problemas, la realidad dentro de la isla es cada día más desesperante. El pueblo cubano debería estar en las calles, sí, pero exigiendo respuestas por los apagones, el hambre, la falta de medicinas y la miseria en la que el propio gobierno lo ha sumido.
El mismo día que miles de cubanos serán obligados a marchar con pancartas contra el "imperialismo", más de la mitad del país estará a oscuras debido al colapso del Sistema Eléctrico Nacional. La crisis energética es insostenible, con apagones de más de 20 horas diarias, afectando hogares, hospitales y el suministro de agua potable.
Pero en lugar de buscar soluciones, el régimen prefiere distraer a la población con su retórica de siempre, mientras en la realidad no hay combustible para generar electricidad, no hay piezas de repuesto para las termoeléctricas y no hay dinero para importar tecnología.
La escasez de alimentos en Cuba ha alcanzado niveles críticos. Las tiendas están vacías y los precios del mercado negro son inalcanzables para un salario promedio. Las madres cubanas no pueden ni siquiera garantizar la leche para sus hijos, pero el gobierno les pide que se movilicen a gritar consignas vacías contra EE.UU..
La falta de medicamentos también se ha convertido en una tragedia cotidiana. Los hospitales carecen de lo más básico, desde analgésicos hasta antibióticos, mientras el gobierno culpa al "bloqueo" y gasta recursos en organizar actos políticos.
La realidad es que el país está quebrado. Para solucionar solo la crisis eléctrica se necesitan 10,000 millones de dólares, pero Cuba no tiene acceso a financiamiento internacional porque ha demostrado ser un deudor irresponsable. No hay inversionistas dispuestos a poner dinero en un régimen que expropia negocios y no paga sus compromisos.
Y sin inversión, sin producción y sin reformas reales, el país seguirá en un declive sin freno, mientras la propaganda del gobierno intenta convencer a los cubanos de que su verdadero problema es la base de Guantánamo y no la miseria que los consume día a día.
Las tribunas antimperialistas no son más que un espectáculo mediático para ocultar la crisis interna. En cualquier otro país, la gente saldría a las calles para exigir luz, comida y medicinas, pero en Cuba, el gobierno convierte las protestas en un teatro absurdo en el que los hambrientos y los enfermos tienen que gritar contra el "enemigo externo" en lugar de señalar al verdadero culpable de su sufrimiento: el régimen que los oprime.