Las recientes declaraciones de Carlos Lazo, líder del grupo "Puentes de Amor" y férreo defensor del régimen cubano en Estados Unidos, han generado una inusual controversia entre el gobierno de la isla y uno de sus más fieles aliados. Lazo denunció que las autoridades cubanas impidieron que sus donaciones de ayuda humanitaria llegaran a los hospitales del país, una afirmación que ha sido rápidamente desmentida por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP).
El ICAP, en un comunicado oficial, aseguró que todas las donaciones enviadas por "Puentes de Amor" han llegado íntegramente y sin alteraciones a las instituciones de salud a las que fueron destinadas. Según la entidad oficialista, nunca se han cambiado los destinos de las ayudas enviadas por Lazo y su equipo, y han recibido pruebas fotográficas que lo confirman.
Sin embargo, esta versión contrasta con las acusaciones de Lazo, quien ha expresado su frustración ante la burocracia y las restricciones impuestas por el propio régimen que él defiende. En sus declaraciones, Lazo argumentó que las autoridades dificultaron el acceso de su organización a hospitales cubanos, impidiendo la entrega directa de suministros.
El ICAP justifica las regulaciones impuestas a la entrega de donaciones alegando que el Ministerio de Salud Pública debe establecer normas para garantizar el orden dentro de las instituciones médicas. Según el comunicado, la planificación previa de visitas es un requisito indispensable, y el error de "Puentes de Amor" habría sido no coordinar con suficiente antelación.
Esta discrepancia pública es notable porque se trata de un enfrentamiento entre el régimen cubano y uno de sus más visibles voceros en el exterior. Carlos Lazo ha sido un ferviente defensor del levantamiento de sanciones a Cuba y ha promovido numerosas campañas a favor de la dictadura. Sin embargo, ahora enfrenta la misma falta de transparencia y obstáculos burocráticos que el régimen impone a cualquier actor, incluso a los que le son leales.
El choque de versiones entre Lazo y el ICAP expone las contradicciones del gobierno cubano y la manera en que maneja las ayudas humanitarias. Mientras se esfuerzan por proyectar una imagen de agradecimiento hacia los donantes, en la práctica imponen controles que dificultan la distribución de recursos esenciales.
La situación en Cuba es crítica, con un sistema de salud en ruinas, una economía colapsada y una población cada vez más desesperada. A pesar de ello, el gobierno mantiene un férreo control sobre la asistencia que llega del exterior, priorizando el orden burocrático sobre las necesidades urgentes de los ciudadanos.
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