Cinco años después de cerrar sus fronteras, Corea del Norte ha permitido la entrada de turistas extranjeros de manera limitada. Sin embargo, más que una reapertura al mundo, los visitantes describen un país anclado en el pasado, con una vida cotidiana similar a la de la década de 1980.
Los primeros viajeros han ingresado a la ciudad de Rason, una zona económica especial en la frontera con Rusia y China. Esta región, una de las pocas donde el contacto con extranjeros es permitido, se ha convertido en la vitrina del régimen para mostrar una imagen controlada del país. No obstante, los turistas destacan que el tiempo parece haberse detenido: sin internet accesible, con tecnología obsoleta y con una economía que apenas sobrevive bajo un sistema cerrado y centralizado.
Rowan Beard, un australiano especializado en viajes a Corea del Norte, ha sido uno de los primeros occidentales en cruzar la frontera. Tras su visita, relató que la experiencia fue como retroceder varias décadas. "No hay acceso a la información global, las infraestructuras son antiguas y la vida cotidiana es extremadamente limitada. Es como si estuvieran atrapados en otra época", comentó.
Durante su estancia, Beard visitó fábricas, escuelas y hoteles destinados a los pocos extranjeros que logran entrar. Las actividades en la ciudad reflejan un país donde la modernidad es prácticamente inexistente y la propaganda estatal domina cada aspecto de la vida. Según los relatos de los viajeros, la ausencia de tecnología actual y la dependencia de sistemas tradicionales recuerdan a las sociedades del siglo pasado.
Antes del cierre de fronteras en 2020, Corea del Norte recibía cerca de 300.000 turistas al año, en su mayoría chinos. La industria turística representaba una de las pocas fuentes de ingresos en divisas para el régimen. Sin embargo, el aislamiento extremo durante la pandemia agravó aún más la precariedad del país, donde los servicios básicos siguen siendo deficientes y la infraestructura sanitaria es insuficiente.
A pesar de la aparente reapertura, Corea del Norte sigue siendo un país hermético, con un control absoluto sobre sus ciudadanos y una economía que no ha logrado adaptarse a los tiempos modernos. Para los pocos visitantes que han ingresado, recorrer sus calles es como viajar al pasado, a un mundo donde la modernidad nunca llegó.
(Fuente: El País)
La administración Trump propone restringir comida chatarra en el programa SNAP (cupones)
Hace 4 días