Una vez más, el régimen cubano intenta desviar la atención de su fracaso económico culpando al embargo estadounidense por la alarmante escasez de medicamentos en el país. En una reciente publicación del periódico oficialista Venceremos, la Empresa Comercializadora de Medicamentos (EMCOMED) de Guantánamo responsabilizó al "férreo bloqueo" por la falta de materias primas, financiamiento y problemas en la contratación con proveedores. Sin embargo, esta narrativa oculta las verdaderas causas del colapso sanitario que sufre la población: la ineficiencia del modelo económico cubano, la falta de pagos a sus acreedores y la incapacidad del gobierno para administrar los recursos del país.
Cuba no tiene dinero para importar medicamentos, pero sí para construir hoteles que permanecen vacíos, comprar vehículos policiales y destinar millones a la industria turística, mientras el pueblo sufre carencias básicas. Esta contradicción desmonta el argumento oficialista de que el embargo es el único responsable de la crisis. En realidad, la escasez de fármacos es el resultado de un sistema improductivo, una inflación descontrolada y la pérdida de credibilidad financiera del gobierno, que ha cerrado las puertas al crédito internacional por su historial de impagos.
El Estado cubano ha acumulado una larga lista de deudas con proveedores internacionales, lo que ha generado una desconfianza absoluta en la capacidad del régimen para honrar sus compromisos. Muchos países han dejado de suministrar insumos médicos a Cuba simplemente porque no reciben el pago correspondiente. Sin acceso al crédito y sin una economía capaz de generar ingresos suficientes, el desabastecimiento de medicamentos es solo una consecuencia más de la parálisis financiera en la que se encuentra la isla.
A esto se suma el desastre monetario provocado por el gobierno, con una inflación que ha disparado los precios de los bienes básicos, incluyendo aquellos que se producen en el país. Mientras las autoridades insisten en culpar al embargo, omiten que la ineficiencia estatal ha llevado a la quiebra a sectores clave de la economía, como la producción de medicamentos en la propia industria nacional.
Si el embargo fuera la única causa del desabastecimiento, ¿cómo es posible que el gobierno cubano sí tenga recursos para renovar su parque automotor policial, importar ómnibus turísticos y seguir invirtiendo en infraestructura hotelera? En los últimos años, se han construido decenas de hoteles de lujo, la mayoría vacíos, mientras los hospitales se caen y carecen de los insumos más básicos.
El dinero existe, pero no se destina a las necesidades de la población. Se prioriza el turismo, que cada vez genera menos ingresos, y se refuerzan los cuerpos represivos, mientras la salud pública, que en algún momento fue una de las banderas propagandísticas del régimen, se derrumba ante la falta de medicinas y atención digna para los enfermos.
Es evidente que el embargo estadounidense impone restricciones, pero también es cierto que Cuba puede comprar medicamentos e insumos médicos en otros mercados, como China, Rusia o la Unión Europea. El problema no es la imposibilidad de comprar, sino la falta de recursos y el desorden en la administración del país.
El verdadero bloqueo que sufre el pueblo cubano es el del modelo inoperante que lo gobierna. Mientras el régimen siga priorizando la propaganda, el turismo y la represión sobre las necesidades básicas de su gente, la crisis seguirá profundizándose. La escasez de medicamentos no es culpa del embargo, sino de un sistema que ha fracasado en garantizar lo más elemental a su pueblo.