"La revolución no abandona a ninguno de sus hijos" frase que parece sacada de un añejo libro de cuentos románticos cada día es menos creíble sino que se lo digan a
Marilú Placencia González y su hijo Gerardo Suárez Placencia, quienes viven en un estado de extrema vulnerabilidad que demanda respuesta inmediata de las autoridades, organizaciones sociales y comunidades de fe.
Ambos residen en Hnos Cárdenas #33, Camajuaní, Villa Clara, donde las limitaciones de sus recursos y la gravedad de sus condiciones de salud los sitúan al borde de la exclusión social.
Marilú padece ictiosis, una afección crónica de la piel que ha derivado en la pérdida de la visión de un ojo y pone en riesgo el otro. Esta situación médica compleja se agrava por su analfabetismo, que limita su capacidad para gestionar trámites y acceder a información vital sobre tratamientos o ayudas.
Gerardo, tras haber superado una meningoencefalitis en la infancia, presenta trastornos mentales y solo completó el tercer grado en un centro especializado. Su comportamiento, producto de su condición, incluye episodios de agresión física hacia su madre, elevando el nivel de tensión y peligrosidad dentro del hogar.
Económicamente, la familia subsiste con una pensión del sistema de Bienestar Social de apenas 2 300 CUP mensuales, cifra que resulta simbólica frente a los precios actuales: un huevo vale 100 CUP, un pomo de aceite 890 CUP y una libra de arroz 250 CUP.
“La desconexión entre lo que se provee y lo que realmente se necesita para vivir con dignidad es alarmante”, alerta este llamado, pues la ayuda recibida no cubre las necesidades básicas de alimentación, higiene ni acceso a medicamentos esenciales.
La vivienda se encuentra en condiciones precarias, sin instalaciones adecuadas para garantizar salubridad ni seguridad. La familia carece de redes de apoyo cercanas y depende exclusivamente de entidades gubernamentales, religiosas y de asistencia social, que hasta el momento no han ofrecido un plan de atención integral.
Hacemos un llamado urgente a autoridades locales, centros de salud, congregaciones religiosas, colectivos solidarios y ciudadanía comprometida para que esta familia sea vista, escuchada y atendida.
“No podemos permitir que la dignidad humana se desvanezca en silencio”. La colaboración inmediata y coordinada puede marcar la diferencia entre la supervivencia y el abandono total de Marilú y Gerardo.
Del perfil de Librado Linares
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