"Los cubanos hemos sido regionalistas por excelencia. De toda la vida. No sé si para el tema de los campeonatos de batos entre taínos funcionaba (me imagino peñas de enconada discusión en un parque "Casabe"), pero ya en tiempos de los levantamientos para las guerras de independencia era notable. El mismo levantamiento del 10 de octubre protagonizado por Don Carlos Manuel de Céspedes estuvo matizado en parte por desavenencias de ese tipo.
"Esta muela viene a tenor de los inmisericordes apagones en el interior del país y las discusiones acerca de si La Habana y los habaneros somos conscientes y nos solidarizamos o si hay que meternos el mismo régimen de "palcarajotó" o si al resto como en la Habana, o si el privilegio y la falta de empatía... En fin la "cagazón".
"En el estado actual de cosas hay poco (nada) en lo que decidamos los de abajo. Ese es el primer elemento a tener en cuenta pa empezar a hablar. Las diferencias, el tipo, los lugares y los horarios bajan del Olimpo como piedra sagrada y todo el engranaje cumple. NADIE SE ALEGRA DE LA DESGRACIA DE NADIE. O al menos no es mi caso. Las consecuencias de un régimen de apagones como los que se llevan a cabo en provincias son devastadores no sólo por los efectos inmediatos sino por los que desatan luego. Es un apocalipsis en barrena. No voy a ejemplificar ni a meterle el "deo en la mollera" al asunto. Es un desastre generalizado en el que los segmentos más "vulnerables" (y con ello no me refiero sólo a los POBRES, sino a niños y ancianos) viven en guerra literalmente. Con muerte incluída.
Intento ponerme en ese lugar día a día y sé que no lo consigo. Mi experiencia personal con apagones prolongados durante mucho tiempo (que los hemos sufrido), no alcanzan a igualar ni de lejos lo que está sucediendo en el interior del país. Los habaneros no decidimos a quien sí y a quien no. De hecho los gobiernos de nuestra provincia y del país están ocupados en su generalidad por personas de otras provincias. No somos quienes decidimos ser "privilegiados".
Las razones son meramente especulativas y no creo que se deban exclusivamente a la virulencia del habanero, en especial a la de municipios y barrios en los que una chispa puede provocar un huracán de llamas. Hay en mi criterio más razones aunque esa sean dignas de tener en cuenta.
Lo cierto es que no nos alegramos ni andamos con la nariz "estirá" tirándonos el " peo más alto que el tulo" . Pretender que nos duela en la misma magnitud es no tener presente que en carne propia las cosas adquieren una dimensión inigualable.
Es hora de que no pensemos como región o como estamento o como colegas de una misma profesión o como emigrados y de adentro. Es hora ya que maduremos todos. Y nos dejemos de desuniones, que lejos de llevarnos a algún sitio beneficioso, nos llevan a prolongar nuestras agonías. Hay que acabar de empezar a jugar batos como taínos todos. Y pal carajo."
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