A sus casi 89 años, Luis Rielo, figura icónica de las Aventuras televisivas cubanas, sigue caminando las calles de Centro Habana con la lucidez intacta y una mirada crítica que no escatima palabras. En una reciente intervención radial, el veterano actor arremetió sin filtros contra lo que percibe como el declive del arte escénico en la Isla, particularmente entre las nuevas generaciones de intérpretes.
“Vi un capítulo de Tras la Huella y le dije a mi esposa Ena: ya no sé quién fue el que mató y quién fue el que robó, porque no le entendí nada a nadie”, confesó, lamentando la falta de claridad y proyección en los actores actuales. Para Rielo, la falta de dicción, credibilidad en la actuación y compromiso con el personaje son fallas graves que empañan la calidad interpretativa.
Con una trayectoria que comenzó en 1954, cuando debutó como extra en los antiguos estudios donde hoy se erige el cine Yara, Rielo evoca con orgullo los tiempos en que la disciplina era un estándar no negociable. “Llegaba al ensayo en seco con la letra memorizada. Mientras los demás estaban leyendo, yo ya estaba actuando”, recordó. La formación integral que recibió en sus años iniciales es, a su juicio, inexistente hoy. “Los directores nos enseñaban a hacer de todo. Hoy los actores jóvenes quieren protagonizar sin haber hecho primero de muerto en la escena uno”, lamentó.
Rielo se convirtió en un rostro inolvidable para generaciones de televidentes gracias a personajes antagónicos como Marcus en Carlos Valiente o Malpica, “el que se ríe”, en El Zorro. Este último le valió tanto reconocimiento popular que bromea diciendo: “Estuve más de 15 años llamándome Malpica”. Su legado incluye más de mil roles negativos en series como El Lobo Blanco, Los Konsomoles, Los Vikingos, El Halcón Negro, La Capitana del Caribe y Los pequeños fugitivos, entre otras.
Pero más allá de su prolífica carrera, Rielo expresa una desilusión profunda por lo que considera la caída de la televisión cubana como espacio artístico. “Con el fin de Aventuras, en la primera década de los 2000, se acabó parte de mi carrera y también parte del alma de la televisión. Ahora no hacen nada que merezca la pena”, sentenció con amargura.
“Sufro por no poder hacer lo mismo de antes. Pero como actor, uno nunca deja de trabajar, porque siempre hace falta un viejo… aunque ya ni para eso escriben”, dijo con nostalgia, pero también con una lucidez que conserva intacta y que ha quedado plasmada en su libro de memorias Aquel niño que nunca fui.
Reconocido por el público como “una gloria viviente de la actuación”, Rielo no solo es recordado por sus papeles memorables, sino por la sinceridad con que enfrenta la realidad actual del medio. Aunque, como él mismo dice, ya no comprende a los nuevos actores, para muchas generaciones de cubanos, él sigue siendo perfectamente comprensible y profundamente admirado.
Estas declaraciones surgen poco después de que Roque Moreno, otro actor veterano, anunciara que no volverá a actuar en telenovelas tras su desgastante experiencia en Sábados de gloria. En entrevista con Ivón Peñalver, Moreno denunció la precariedad y el caos en las producciones actuales: la desorganización, las carencias humanas y las pésimas condiciones de trabajo alargaron el rodaje de cuatro a once meses. Además, expresó su molestia ante la doble moral de algunos televidentes: “El público se escandalizó con un trío amoroso, pero no con una historia de pederastia”, señaló con indignación.
Entre desilusiones y reclamos, los grandes de la actuación cubana como Rielo y Moreno alzan sus voces, no solo para criticar, sino también para defender con dignidad una tradición artística que sienten en peligro de desaparecer.
Sandro Castro explota las redes con su “Cristach Challenge” y desata la tormenta(video)
Hace 8 horas