Israel autorizó temporalmente la entrada de ayuda humanitaria al norte de la Franja de Gaza, una región densamente poblada que ha permanecido prácticamente aislada desde el inicio de la intensificación del conflicto.
Según fuentes oficiales, esta medida responde a la necesidad de establecer nuevas zonas humanitarias que permitan separar a la población civil de los combatientes de Hamás. La decisión fue adoptada por el gabinete de seguridad israelí y se implementará a través de organismos internacionales como agencias de la ONU, países aliados y organizaciones no gubernamentales.
Hasta el momento, la distribución de ayuda se había concentrado exclusivamente en el sur y centro del enclave, dejando al norte —donde vive aproximadamente la mitad de la población gazatí— sin acceso a alimentos, medicinas ni agua potable.
Los nuevos permisos permitirán la entrada de camiones con asistencia básica, aunque aún no se ha especificado cuántos ni durante cuánto tiempo. Mientras tanto, en el terreno, la situación humanitaria sigue deteriorándose rápidamente.
Desde la ruptura del alto el fuego en marzo, la entrada de ayuda a Gaza ha estado sujeta a estrictos controles. En mayo, Israel comenzó a operar un nuevo sistema de distribución a través de una fundación estadounidense que coordina cuatro puntos militarizados.
Este modelo ha reemplazado al antiguo esquema dirigido por la ONU, lo que genera duras críticas por parte de organismos internacionales que denuncian una grave restricción de acceso y una politización del auxilio.
El norte de Gaza no cuenta actualmente con ningún punto de distribución oficial. Muchos habitantes deben recorrer largas distancias para intentar obtener una pequeña ración, exponiéndose al calor extremo, al desorden en los accesos y al riesgo de violencia.
Diversos informes documen disparos en las cercanías de estos centros, así como la muerte de civiles al intentar acercarse a la ayuda.
Organizaciones como Amnistía Internacional advierten sobre un colapso alimentario inminente. Al menos 66 menores han muerto por desnutrición desde octubre de 2023, y más de 18.000 niños han sido hospitalizados por cuadros graves de malnutrición en lo que va del año.
Aunque la apertura anunciada representa un alivio parcial, las necesidades superan con creces los envíos permitidos.
El futuro de esta autorización dependerá del desarrollo de las operaciones israelíes en el enclave y de la capacidad de los actores humanitarios para distribuir la ayuda en condiciones de seguridad. Mientras tanto, el norte de Gaza sigue siendo una de las zonas más golpeadas por el conflicto y por la escasez.
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