El temor creciente entre los inmigrantes hispanos de ser detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha provocado un efecto paralizante en numerosas comunidades de Estados Unidos.
Este clima de ansiedad no solo se manifiesta en los hogares, sino también en los espacios públicos que solían ser refugio y punto de encuentro para los latinos. Un caso emblemático es el del Broadacres Marketplace en North Las Vegas, un mercado con casi cincuenta años de historia que, hasta hace poco, recibía a cerca de 20,000 visitantes cada fin de semana.
Hoy sus pasillos lucen vacíos, sus puestos cerrados y su ambiente festivo ha sido reemplazado por un silencio inquietante.
El origen de este fenómeno tiene un rostro y una política: la administración del presidente Donald Trump reactivó con fuerza las órdenes de captura contra inmigrantes indocumentados, bajo el argumento de que se enfocaría únicamente en individuos con antecedentes criminales.
Sin embargo, las imágenes y testimonios difundidos en redes sociales demostraron que los operativos del ICE han tenido un alcance mucho mayor, afectando incluso a personas sin historial delictivo.
Este ensanchamiento del criterio de detención ha desencadenado un “pánico colectivo”, empujando a muchas familias a confinarse en sus casas, temerosas de exponerse incluso en su lugar de trabajo.
"Lo más inquietante no es solo la presencia física del ICE, sino su amenaza latente. Aunque no haya agentes a kilómetros de distancia, basta la posibilidad de su aparición para que un sitio como Broadacres cierre sus puertas. La comunidad no puede vivir bajo ese nivel constante de zozobra."
Así lo expresó una de las comerciantes del mercado, quien, junto a muchos otros, ha tenido que suspender su actividad laboral indefinidamente.
La decisión del Broadacres Marketplace de cerrar temporalmente responde a una lógica solidaria con sus visitantes y empleados, evitando convertirse en escenario de posibles redadas. El mensaje emitido por sus administradores fue claro: prefieren cerrar antes que ser cómplices involuntarios del dolor de su gente. Esta misma actitud se ha replicado en ciudades como Houston, Chicago, Miami y Los Ángeles, donde la presencia latina es significativa y el miedo también.
"Mientras miles de voces claman por el fin de estas redadas, el gobierno federal planea aumentar su presupuesto en miles de millones de dólares para intensificar las deportaciones. La promesa de una política migratoria más humana aún parece muy lejana."
Fuente: La Opinión
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