Lachy Ríos Aldama es un cubano que da lecciones de civismo desde su trabajo. Él se desempeña como conductor de una ambulancia y como todos los espacios de la isla, allí también crecen las carencias.
“No hay ningún pago que compense el riesgo que corremos con la increíble cantidad de enfermedades que pululan”, dice mientras defiende a un compañero que tuvo parte en accidente ocurrido en la capital cubana. “En caso que mi compañero resulte culpable un tribunal lo juzgará, no ustedes”, advierte.
Ríos Aldama, cuenta, para los que no conocen, cómo es un día para un ambulanciero en Cuba: “lo que ustedes no saben es que el 99% del tiempo almorzamos (si almorzamos) después de las 4 de la tarde debido al gran cúmulo de demandas y comemos 10 u 12 de la noche, estamos sometidos a una increíble presión de trabajo, conducimos carros que ya vencieron su vida útil y segura hace muchos años y gracias a nosotros mismos y al esfuerzo de otros aun están en pie”.
“Trabajamos ininterrumpidamente en condiciones precarias sin quejarnos, sin aire acondicionados, pasando frío, sed, calor y las ya siempre faltas de respeto de la población que te aplaude a las 9 y te maldice a las 9 y 10 y se hacen los que no te conocen en la cola del pollo. O se hacen los que no saben que lamentablemente tenemos muy pocas ambulancias. No hay ningún pago que compense el riesgo que corremos con la increíble cantidad de enfermedades que pululan”, dice.
Entre carencias e incomprensiones, este cubano explica que hay algo que los afecta tanto, como la escasez de piezas de repuesto:
“Hace unos días a causa de un conductor imprudente por poco no regreso a casa a ver a los míos. y anoche mismo con sistema puesto en 100 y 51 (delante de la policía) los conductores te ven, ven las luces y siguen adelante, eso solo pasa en Cuba porque hay mucho libertinaje y poca o ninguna cultura de cortesía vial”, señala.
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