Esta jornada, la prensa oficialista cubana confirma la noticia de la muerte de Frank Aguiar Ponce, quien se desempeñaba como director de la emisora nacional Radio Rebelde.
Su deceso, refieren, ocurrió en la madrugada de este día 23 de junio tras una intensa lucha contra el cáncer.
Aguiar Ponce murió en La Habana a los 49 años dejando gran dolor entre la comunidad radial, en especial entre el colectivo de Radio Rebelde donde inició su en 1997 como Realizador de Sonidos.
En el 2018 Aguiar Ponce fue nombrado director de la radiodifusora estatal:
Desde hace varios días, la familia que somos en Radio Rebelde incorporó una frase a todo encuentro, de trabajo o casual, presencial, o por redes, o teléfonos.
Frase difícil, aun su brevedad, frase difícil de entender, aun su claridad: “Frank está mal”. Era como el martillazo que nadie esperaba, tratando de huir a lo dolorosamente esperado.
En apenas pocos meses, semanas casi, una enfermedad maligna atacaba al más fuerte de los soldados de Rebelde, quien, por demás, hace tiempo ganaba un atributo que no se regala, un atributo que solo el corazón entrega: Líder.
Apenas tres años atrás “el hijo de Aguiar”, como se decía antes, en alusión a su padre, asumía, por justa aclamación, llevar las riendas de esta institución fundada en la sierra maestra por Fidel y el Che. Lo dicho, solo así, ya presupone misión que no se entrega a cualquier mano.
Quienes conocimos a su padre, quienes tuvimos el alto privilegio de trabajar junto a él, sabíamos del árbol que venía el hijo más corpulento de la cosecha humilde de los Aguiar Ponce. Pero sabíamos además que la arcilla de su personalidad no era cualquier arcilla.
Y así Frank fue tejiendo desde el más modesto de los oficios nuestros, en una pequeña cabina de grabar a corresponsales, la historia hermosa de su vida plena cargada de nobleza, esa nobleza que le salía a torrente por los ojos claros, tan claros como su propio ser.
Y en Radio Rebelde cada uno tiene a su propio Frank. Cada uno tiene a su hermano Frank, a su amigo Frank. Por eso disfrutamos, más que acogimos, aquel día, tan cercano aún, de su presentación como director general.
Su voz atropellada a veces, no era necesaria cuando aquella sonrisa franca, su mano en el hombro, y su bello, sí, bello sentido del detalle humilde, afloraba en el colmo sentido de existencia.
Los de más lejos, hace más de un año no sentíamos su cercanía corporal, pero nunca nos faltó su cercanía real: para el aniversario, para la fecha, para el detalle, para decirnos “qué bien estuvo”, o para el cocotazo justo que de él nunca se sintió castigo.
Personalmente, jamás olvido ni olvida mi familia, la noche que en apenas minutos organizó un operativo con la pandemia encima, y me aseguró el envío desde La Habana de mis seres más queridos.
Ayer la frase se hizo más difícil y más cierta. Y tratamos de prepararnos para lo que no es posible. La ciencia hizo lo posible hasta para aliviar los dolores de su marcha, pero no pudo más.
Por eso, hermanos, hoy a Radio Rebelde le brotan lágrimas difíciles de apagar. Por eso, hermanos, discúlpennos por utilizar estos minutos que pertenecen siempre a nuestro pueblo. Es que hoy despedimos al más corpulento de los soldados insomnes de Radio Rebelde, ese cubano que no llevó por casualidad el nombre que él honró siempre como revolucionario y combatiente.
Hasta siempre Frank Aguiar, hasta siempre.
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