Desde La Habana, Heidy Sánchez Tejeda intenta mantener el vínculo con su hija de un año a través de videollamadas que realiza varias veces al día, caminando dos cuadras para encontrar señal de internet. Llora cada vez que canta las canciones de cuna que solía entonar en persona. Hace apenas unas semanas, vivía en Florida con su esposo estadounidense y su bebé, hasta que fue deportada inesperadamente a Cuba.
Sánchez, una asistente de enfermería de 44 años, fue detenida el 22 de abril cuando asistió a una cita rutinaria con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), tal como lo había hecho durante los últimos cinco años. Dos días después, regresó a La Habana en un vuelo junto a otros 81 cubanos deportados. Su hija, ciudadana estadounidense, quedó con su padre en Tampa.
“Le pido al presidente Trump que se ponga la mano en el corazón y nos ayude a reunir a nuestra familia. Mi bebé me necesita”, suplicó Sánchez entre lágrimas en declaraciones a The Associated Press.
El caso de Sánchez ha despertado preocupación entre activistas y abogados migratorios, quienes denuncian la falta de criterios humanitarios en las deportaciones ejecutadas bajo la política de “cero tolerancia” impulsada por la administración de Donald Trump. Aunque ICE no respondió a las preguntas de AP sobre el caso, la agencia ha priorizado la expulsión de más de 1,4 millones de personas con órdenes finales de deportación, sin importar su situación personal o familiar.
Sánchez no tenía antecedentes penales y trabajaba legalmente como cuidadora. En 2021 se casó con Carlos Yuniel Valle, un emprendedor cubanoamericano, y en 2023 nació su hija Kailyn. Estaba en proceso de legalizar su estatus migratorio cuando un error burocrático —llegar tarde a una audiencia judicial— resultó en una orden de deportación en ausencia. Pese a ello, permaneció en EE.UU. tras pasar nueve meses detenida.
“Mi vida se derrumbó. Cada tarde, mi hija me esperaba en la ventana. ¿Quién le explica ahora que mamá no va a volver?”, dijo Sánchez desde casa de sus padres en Cuba, rodeada de fotos familiares.
Mientras tanto, Valle enfrenta la realidad de ser padre soltero. “Todo se vino abajo. Trabajo poco, estoy a punto de perder la casa, el carro… Es demasiado. Mi mamá ayuda con la niña, pero está enferma. Si me detengo a pensarlo mucho, me vuelvo loco”, confesó a AP.
Sánchez forma parte del gran éxodo de cubanos que han llegado a EE.UU. en los últimos años, impulsados por la grave crisis económica en la isla. Desde 2022, más de 641.000 cubanos fueron detenidos en la frontera sur, y más de 100.000 ingresaron legalmente bajo un permiso humanitario aprobado por el entonces presidente Joe Biden.
La deportación de Sánchez ocurrió en uno de los pocos vuelos habilitados hacia Cuba desde que Trump retomó la política de retornos forzados. La isla, si bien ha aceptado algunos vuelos bajo acuerdos migratorios bilaterales desde 2023, se opone a una deportación masiva. “No es justo ni realista deportar a personas que ya hicieron su vida en EE.UU.”, declaró a AP el vicecanciller cubano Carlos Fernández de Cossío.
Desde Florida, Valle inició una campaña de recolección de firmas para pedir una visa humanitaria para su esposa. La congresista demócrata Kathy Castor también ha solicitado una medida especial que permita a Sánchez regresar. “Todavía tengo esperanza de que alguien en el gobierno escuche”, dijo Valle.
Fuente: The Associated Press
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