Mira bien esta imagen. No es una película ni un archivo de los años 60: es el hospital infantil de Bayamo, Cuba, en pleno 2025. Un lugar donde los niños enfermos, en lugar de ser atendidos con dignidad, duermen sobre camas oxidadas, bajo mosquiteros rotos y con ventiladores viejos que apenas funcionan.
Mientras tanto, sus familias, desesperadas, claman ayuda al exilio cubano, porque saben que el Estado, el mismo que se proclama “potencia médica”, no hará nada.
El gobierno cubano continúa enviando médicos, medicinas y recursos a países como Brasil para alimentar su teatro político internacional.
Exporta médicos como mercancía, vende una imagen humanitaria que no es más que propaganda. ¿Pero y los niños cubanos? ¿Quién se preocupa por ellos? ¿Quién responde por su miseria?
La televisión cubana no dirá nada. Los medios oficiales, serviles al régimen, jamás mostrarán estas imágenes.
Preferirán enfocar sus cámaras en congresos vacíos, banderitas agitadas y consignas huecas. Mostrarán sonrisas entrenadas mientras el pueblo se arrodilla, se humilla, y se desangra para sobrevivir.
Esto no es una crítica aislada, ni una exageración. Es la realidad cotidiana de miles de familias cubanas. Una realidad que los cubanos dentro y fuera de la isla tienen el deber de denunciar. Porque mientras el régimen sigue vendiendo al mundo la falsa imagen de una medicina altruista y de calidad, los hospitales se derrumban, los médicos emigran y los pacientes mueren por falta de antibióticos, jeringas o electricidad.
El testimonio gráfico, la voz de la desesperación y la denuncia provienen del doctor Alexander Jesús Figueredo Izaguirre, quien ha sido constante y valiente en mostrar al mundo lo que el régimen intenta ocultar.
No se trata solo de hospitales destruidos: se trata de vidas humanas despreciadas, de infancia robada, de un sistema que ha dejado de cuidar para dedicarse solo a controlar.
¡BASTA YA!
El mundo debe ver esto. No hay excusas ni matices: el gobierno cubano no cuida a su gente, la usa como herramienta política, la exprime y la desecha.
Los niños cubanos no necesitan discursos vacíos ni carteles con héroes del pasado. Necesitan medicamentos, insumos médicos y un sistema sanitario que los trate con respeto y humanidad.
Y eso solo será posible cuando caiga este gobierno podrido.
Cada imagen como esta es un golpe directo a la máscara del castrismo.
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