El delicado equilibrio entre India y Pakistán, dos potencias nucleares con décadas de tensiones, se rompió nuevamente este martes con un ataque militar que podría escalar a niveles peligrosos. Las Fuerzas Armadas de la India confirmaron el lanzamiento de tres misiles hacia la región de Cachemira controlada por Pakistán, en el marco de una operación denominada “Sindoor”.
Según el comunicado oficial del ejército indio, los proyectiles tenían como objetivo “infraestructuras terroristas” ubicadas en la zona de Jammu y Cachemira bajo administración pakistaní. Las autoridades de Nueva Delhi aseguran que los ataques fueron una represalia directa por un atentado ocurrido en Pahalgam, donde 26 ciudadanos indios perdieron la vida el mes pasado. El mensaje del ejército en redes sociales fue contundente: “Se hizo justicia. ¡Jai Hind!”.
India afirma que sus acciones fueron “concentradas, mesuradas y sin escaladas”, aclarando que no se atacaron instalaciones militares pakistaníes, y que los objetivos eran exclusivamente campamentos desde donde —según su versión— se habrían planeado actos terroristas recientes.
Por el momento, no se han confirmado víctimas mortales tras los ataques, aunque medios locales pakistaníes reportaron una fuerte movilización militar en la zona afectada. En respuesta inmediata, Pakistán activó sus sistemas de defensa y bloqueó su espacio aéreo a aeronaves indias, incrementando aún más la tensión en la región.
El conflicto en Cachemira, una región montañosa reclamada por ambos países desde su independencia en 1947, ha sido escenario de múltiples enfrentamientos militares, atentados y hostilidades diplomáticas. Sin embargo, el uso de misiles representa un nuevo punto crítico en la ya volátil relación indo-pakistaní.
En paralelo a la ofensiva militar, el Ministerio del Interior de India ordenó la realización de simulacros de emergencia en varios estados, especialmente en zonas cercanas a la frontera. Estos ejercicios incluyen pruebas de sirenas antiaéreas, simulaciones de evacuación y apagones controlados. El objetivo, según las autoridades, es evaluar la preparación de la población civil ante un eventual conflicto armado a gran escala.
Uno de estos ensayos tuvo lugar el domingo en la ciudad de Firozpur, en el estado de Punyab, donde se ensayó un corte total de energía eléctrica como medida de precaución ante ataques a infraestructuras críticas.
El mundo observa con preocupación este nuevo episodio entre India y Pakistán. Ambos países poseen arsenales nucleares considerables, lo que eleva el riesgo de una escalada que podría tener consecuencias devastadoras no solo a nivel regional, sino global.
Mientras tanto, la comunidad internacional llama a la moderación y el diálogo, aunque por ahora, ambas naciones parecen decididas a sostener sus posturas con firmeza, en un conflicto que amenaza con reabrir una de las heridas más profundas del sur de Asia.
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