El opositor cubano José Daniel Ferrer y su esposa, la doctora Nelva Ismaray Ortega, han redoblado sus esfuerzos para asistir a decenas de personas en situación de vulnerabilidad en Santiago de Cuba, enfrentando constantes restricciones impuestas por el gobierno.
En un mensaje reciente en su cuenta de X, Ferrer describió cómo combinan su vida familiar con su labor solidaria, a pesar de los numerosos obstáculos que enfrentan.
“Mientras mi esposa, la Dra. Nelva Ismaray Ortega, atiende pacientes y otros asuntos, yo recibo a decenas de personas durante el día: familiares de presos políticos, llamadas de detenidos, activistas víctimas de la represión o con serios problemas. Al mismo tiempo, cuidamos a nuestro hijo con amor. Le estoy preparando un puré de malangas, que por cierto, están carísimas”, expresó.
Las imágenes compartidas muestran el compromiso de la doctora Ortega con la atención médica a los necesitados. En una de ellas, se la observa curando la herida de una niña sostenida por una mujer mayor. En otra, mide la presión arterial de una anciana en un espacio abierto, mientras otra persona espera su turno.
Diversos sectores de la sociedad han reconocido la labor de Ferrer y Ortega, subrayando su importancia en un contexto de creciente escasez y represión. Sin embargo, esta ayuda ha sido objeto de vigilancia por parte del gobierno, que en varias ocasiones ha limitado su movilidad y su acceso a la comunicación.
Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba fue liberado el 16 de enero tras pasar tres años y medio en prisión. Su excarcelación formó parte de un acuerdo entre el régimen cubano, el Vaticano y Estados Unidos, mediante el cual se prevé la liberación gradual de 553 presos políticos.
A pesar de su liberación, Ferrer sigue siendo objeto de hostigamiento por parte de las autoridades. El 27 de enero, rechazó una citación policial en Santiago de Cuba, afirmando que no acataría la orden ni se dejaría intimidar. En febrero, fue nuevamente convocado por el Tribunal Municipal Popular, ante lo cual reiteró su desconocimiento del tribunal y su disposición a enfrentar las consecuencias.
Ferrer denunció además la vigilancia constante de la policía política, incluyendo el uso de drones para monitorear su vivienda. A pesar de estos intentos de intimidación, el ex preso político reafirmó su compromiso con la lucha por los derechos humanos y el bienestar del pueblo cubano.
El opositor también ha expresado su descontento con el acuerdo que facilitó su liberación, señalando que no siente gratitud por negociaciones que, en su opinión, solo fortalecen a la dictadura. Ha asegurado que preferiría morir en prisión antes que aceptar una liberación basada en concesiones que considera indignas.
La labor humanitaria de Ferrer y Ortega no es nueva. En 2021, las autoridades intentaron impedir que la Unión Patriótica distribuyera alimentos a personas necesitadas en Santiago de Cuba, argumentando razones sanitarias debido a la pandemia. Ferrer se negó a detener la asistencia, asegurando que su organización proporcionaba más ayuda que el propio sistema de salud pública.
“Todo el que venga aquí seguirá recibiendo alimentos”, afirmó en ese entonces.
A pesar de la represión, Ferrer y su esposa continúan brindando apoyo a quienes más lo necesitan, desafiando las restricciones del régimen cubano.
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