El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel no asistirá al funeral del Papa Francisco, fallecido el pasado lunes 21 de abril en Roma. En su lugar, Cuba envió una delegación encabezada por el vicepresidente Salvador Valdés Mesa, quien ya se encuentra en la capital italiana para rendir homenaje al Pontífice.
A través de la red social X (anteriormente Twitter), Valdés Mesa confirmó su llegada a Roma: “Ya estamos en la ciudad de Roma, como parte de la delegación cubana que presido para honrar a Francisco, a quien el pueblo cubano nunca olvidará”. En otro mensaje, expresó: "Honramos la vida de Jorge Bergoglio y el pontificado de Francisco, apreciado por nuestro pueblo por sus muestras de afecto".
Hasta el momento, Díaz-Canel no ha ofrecido una explicación pública sobre su ausencia en las exequias del Sumo Pontífice, evento al que asistirán más de 130 delegaciones internacionales, incluidos más de 60 jefes de Estado y 15 monarcas reinantes.
Entre los mandatarios confirmados se encuentran Javier Milei (Argentina), Donald Trump (Estados Unidos), Emmanuel Macron (Francia), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y Daniel Noboa (Ecuador).
A pesar de no viajar a Roma, Díaz-Canel participó el jueves en una Misa de Acción de Gracias celebrada en la Catedral de La Habana, donde fue recibido por el Nuncio Apostólico en Cuba, monseñor Antoine Camilleri. Durante la homilía, Camilleri recordó al Papa Francisco como un pastor cercano a todos, especialmente a los más vulnerables, y destacó su incansable llamado a la paz en los conflictos del mundo.
Tras la noticia de la muerte de Francisco, el gobierno cubano decretó duelo oficial en todo el país, ordenando que las banderas de edificios públicos e instituciones militares ondearan a media asta hasta la medianoche del 24 de abril. El comunicado oficial subrayó el importante papel de Francisco en el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y la Santa Sede, así como su influencia en el restablecimiento de vínculos entre La Habana y Washington durante el “deshielo” de 2014.
La figura de Francisco dejó una huella significativa en Cuba, no solo por sus visitas y gestos de cercanía hacia el pueblo cubano, sino también por su papel de mediador en momentos cruciales para la Isla.
Sin embargo, también recibió críticas de sectores del exilio y la disidencia por no pronunciarse de forma explícita sobre la situación de los derechos humanos en Cuba. Muchos opositores consideran que el Pontífice mantuvo una posición demasiado complaciente con el régimen cubano, evitando condenas directas o pronunciamientos contundentes sobre la represión que sufren los activistas y disidentes en la Isla.
Desde el exilio, voces de la comunidad cubana en Miami han exigido al Vaticano un mayor compromiso con los derechos humanos y una solidaridad más visible con quienes sufren persecución por motivos políticos.