Cuba enfrenta una crisis eléctrica que parece no tener fin. Este lunes, el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) arrancó con una disponibilidad de apenas 1,770 MW frente a una demanda de 2,730 MW, dejando un déficit de 975 MW que dejó a miles de ciudadanos sin electricidad desde la madrugada.
Para el pico nocturno, la situación se agrava: la demanda podría alcanzar 3,350 MW, con un déficit estimado de 1,530 MW, lo que implica que más de 1,600 MW podrían verse afectados si no hay cambios inmediatos.
El problema no es nuevo. Averías constantes en unidades de las termoeléctricas de Santa Cruz del Norte, Felton, Mariel y Renté, sumadas a mantenimientos programados, han dejado fuera de servicio cientos de megawatts.
La falta de combustible y lubricantes ha golpeado aún más al SEN: 44 centrales de generación distribuida permanecen inoperativas, dejando 524 MW adicionales sin producir energía. Incluso la incorporación de 32 nuevos parques solares, que generaron 3,145 MWh, no alcanza para cubrir la demanda nacional.
En La Habana, los cortes eléctricos se sienten con fuerza: el domingo se interrumpió el servicio durante más de 10 horas y este lunes los apagones continuaron en todos los bloques de la capital. La Empresa Eléctrica provincial advirtió que los cortes se extenderán hasta la madrugada del martes, reflejando la incapacidad del sistema para mantener un suministro estable.
El ministro de Energía y Minas Vicente de la O Levy reconoció que las reservas de combustible apenas alcanzarán “unos pocos días” y que más de 600 MW permanecen fuera de servicio por falta de diésel.
Mientras tanto, propuestas polémicas como la de la viceprimera ministra Inés María Chapman —que sugirió sacar televisores a la calle y conectarlos a grupos electrógenos para que la población pudiera ver la televisión durante los apagones— han generado críticas y burlas en redes sociales, reflejando la desesperación ante una situación que parece estructural y prolongada.
A pesar de los anuncios oficiales sobre mejoras, el déficit del SEN y la dependencia de combustible importado mantienen a Cuba atrapada en apagones diarios y cortes programados. La falta de planificación, inversiones y estrategias claras evidencia que la estabilidad eléctrica es un objetivo lejano. Los ciudadanos, mientras tanto, continúan adaptándose a la incertidumbre, mientras Ia isla sigue a oscuras, con la sensación de que la crisis energética está lejos de solucionarse.
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