La crisis productiva del campo cubano ha llegado a niveles alarmantes. Tras más de seis décadas de políticas centralizadas y falta de estímulo al productor nacional, hoy Cuba depende casi por completo de las importaciones para alimentarse.
Más del 80% de los productos que se consumen en la Isla provienen del extranjero, dejando en ruinas sectores históricos como la agricultura, la ganadería y hasta la emblemática industria azucarera.
El caso de los 65 millones de huevos que Cuba compra cada mes a República Dominicana es solo un ejemplo del colapso del sistema productivo. Este negocio, valorado en más de 43 millones de dólares anuales, ha convertido al gobierno cubano en uno de los principales clientes de la industria avícola dominicana, que incluso dejó de exportar a Haití para abastecer el mercado cubano.
Mientras tanto en Cuba, un cartón de 30 huevos puede alcanzar 3.500 pesos cubanos en el mercado informal, un precio prohibitivo para la mayoría de las familias.
Pero el problema va mucho más allá del huevo. Cuba importa arroz de Vietnam, frijoles de México y Nicaragua, pollo de Estados Unidos y Brasil, leche en polvo de Nueva Zelanda, café de República Dominicana y hasta azúcar refinada de Francia y Colombia, pese a haber sido uno de los mayores productores mundiales de caña en el siglo pasado.
La zafra azucarera 2025 apenas logró superar las 300 mil toneladas, una cifra diez veces menor que en la década del 80.
El déficit de insumos, la falta de combustible, los impagos a los campesinos y la ineficiencia estatal han provocado que la producción nacional quede prácticamente en cero. Ni siquiera la libreta de abastecimiento logra cubrir las necesidades básicas: desde mayo de 2024, el huevo desapareció de las entregas regulares y solo se asignan cinco unidades mensuales a embarazadas.
Mientras tanto, los países vecinos aprovechan el vacío productivo cubano y multiplican sus ganancias. Los productores dominicanos han pedido a su gobierno “cuidar el mercado cubano”, al que consideran clave para la estabilidad del sector.
Cuba ha pasado de exportar azúcar y alimentos al mundo, a importarlo todo. Un reflejo del fracaso de un modelo que ha destruido el campo, empobrecido al pueblo y convertido a la Isla en un cliente dependiente de la generosidad ajena.
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