El reconocido humorista Ulises Toirac volvió a sacudir las redes, pero esta vez no con humor, sino con una advertencia que muchos sienten como propia. En medio de los apagones que asfixian a Cuba, Toirac escribió un texto que es más diagnóstico que desahogo:
“Lo lógico no es que aguante. Lo simplemente humano es que estalle.”
Sin gritar, sin insultar, pero con la claridad de quien conoce el sistema desde adentro —porque además de comediante es ingeniero eléctrico—, Toirac retrató la realidad del país como “una navaja sobre la que caminar”. Advirtió que los apagones no son casualidad, sino consecuencia directa de un sistema obsoleto, parchado y sin mantenimiento, una metáfora perfecta del propio país.
“El sistema no hay que darle mucho cranque pa’ portarse mal, porque es del año de la corneta”, ironizó, dejando claro que la crisis energética refleja el colapso general de la nación.
Ulises Toirac, recordado por su papel en el icónico programa “¿Jura decir la verdad?” y por décadas de trayectoria en la televisión cubana, ha sido una de las voces más lúcidas del humor crítico.
Aunque evita etiquetas políticas, sus publicaciones en redes sociales suelen ser punzantes, reflexivas y profundamente humanas, desmontando con ironía las justificaciones del régimen. Su postura es clara: no defiende a la dictadura ni se calla ante la decadencia que la censura intenta tapar.
En esta ocasión, su mensaje va más allá de lo técnico. Toirac habló desde el sentir del cubano de a pie: “La gente no ve bloqueos ni cotizaciones del petróleo. La gente ve mosquitos y comida echá a perder.”
Cada apagón —dice— se siente en la piel, en el calor insoportable, en el sueño interrumpido, en la desesperanza que crece. “La corriente no falta solo en las casas. Falta en la moral colectiva.”
Sus palabras llegan justo cuando Miguel Díaz-Canel amenaza con “tomar medidas” contra quienes protesten por los cortes eléctricos y la basura acumulada en las calles. Mientras el gobierno responde con represión, el pueblo vive al límite.
Toirac no escribe desde la rabia, sino desde la lucidez de quien observa un país agotado. Y advierte, con dolor y claridad: “La muela no mata los mosquitos ni conserva los pocos alimentos que le cuestan un güevo al normal de los cubanos.”
Cuba, dice, está sobre esa navaja que corta por ambos lados. Y cuando la oscuridad es total, no hay discurso que impida que la gente estalle.
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