Antes del triunfo de la Revolución en 1959, se estimaba que había alrededor de 6 millones de cabezas de ganado vacuno en Cuba. Este número representaba una parte importante de la economía agropecuaria de la isla, con la ganadería siendo uno de los sectores claves de la producción y exportación, especialmente de carne y leche. Sin embargo, tras la Revolución, las políticas agrícolas y ganaderas implementadas por el nuevo gobierno de Fidel Castro afectaron significativamente la industria, con un descenso en la producción y el número de cabezas de ganado en los años siguientes debido a las reformas y cambios en la estructura económica.
Actualmente la ganadería en Cuba atraviesa una crisis profunda que se refleja en la alarmante cantidad de irregularidades detectadas en el reciente ejercicio nacional de fiscalización al control de la masa vacuna. Entre marzo de 2024 y enero de 2025, el Ministerio de la Agricultura (Minag) identificó 181 854 ilegalidades en la gestión de la ganadería, evidenciando el deterioro estructural del sector.
Según Yudith Almeida Núñez, jefa del Departamento del Registro Pecuario del Minag, Cuba cuenta actualmente con 2 914 009 cabezas de ganado vacuno. La mayor parte de estos animales pertenecen al sector cooperativo y campesino, mientras que las empresas estatales mantienen rebaños de alto valor genético. Sin embargo, la falta de insumos, el robo de ganado y las malas condiciones de crianza han reducido drásticamente la producción.
El informe del Minag revela que entre las irregularidades más comunes se encuentran la tenencia de ganado por propietarios en el extranjero, fallecidos o sin ubicación conocida. Además, se detectaron 43 143 nacimientos sin declarar, compraventa ilegal, animales sin inscribir y muertes sin documentar. La falta de transparencia en el control del ganado refleja la debilidad del sistema estatal para garantizar el abastecimiento y la regulación del sector.
Uno de los problemas más graves es la pérdida progresiva de la masa ganadera, atribuida a deficiencias en la alimentación, carencias de insumos veterinarios y tecnologías obsoletas. A esto se suma el hurto y sacrificio ilegal de reses, una práctica creciente debido a la crisis económica y la escasez de alimentos en el país.
A pesar de que el gobierno ha intentado mejorar la gestión ganadera mediante auditorías y capacitaciones a productores, la realidad es que la ganadería cubana enfrenta un declive sostenido. Las autoridades han permitido ciertas flexibilizaciones en la comercialización de carne vacuna, pero las restricciones para el sacrificio de animales continúan limitando el desarrollo del sector.
La situación de la ganadería en Cuba es un reflejo de la crisis generalizada en la economía del país. Mientras las ilegalidades y la pérdida de reses continúan en aumento, el desabastecimiento de carne y leche afecta directamente a la población. Sin cambios estructurales profundos y un mayor incentivo a la inversión en el sector, el futuro de la ganadería cubana parece cada vez más incierto.
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