La Iglesia de San Judas Tadeo, ubicada en el corazón de La Habana, no es solo un edificio religioso: es un símbolo de fe, resistencia y esperanza para miles de cubanos. Desde hace décadas, este templo ha servido como refugio espiritual para personas de todas las edades, clases sociales y posturas ideológicas, que acuden a él buscando consuelo, orientación o simplemente un espacio de recogimiento.
La devoción al apóstol de las causas imposibles ha crecido con fuerza, especialmente en un país donde la incertidumbre y las dificultades cotidianas forman parte del día a día.
Cada 28 de octubre, la iglesia se llena de fieles que, entre velas, promesas y oraciones, dan gracias o piden milagros.
Sin embargo, nuevamente la denuncia de Cesáreo Navas, nos muestra la cruel realidad: el templo dista mucho de lo que representa en el corazón de los cubanos. En las esquinas de San Nicolás y Rayo, justo al costado de San Judas Tadeo, un basurero de larga data bloquea una de sus puertas, símbolo perfecto del abandono, la indiferencia y el irrespeto de las autoridades municipales y provinciales. No se trata solo de una falta de higiene urbana, sino de un profundo desprecio hacia un espacio sagrado para la ciudadanía.
"La gran infamia, desidia e irrespeto" de los gobiernos locales —en palabras de Navas— no solo afectan a esta iglesia, sino también a otros templos como el de Monserrat, en Galiano y Concordia.
Del sitio de Cesáreo Navas escritor y productor jubilado
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